Dasafiante Fosse
«All That Jazz («Comienza el espectáculo», en su versión española) no es un musical como el que Hollywood concibe; me resulta imposible situar esta película dentro de una u otra categoría», así califica Fosse su última realización. El director explota al máximo el montaje, enlaza la música, el ritmo de los cuerpos, todo un conjunto que pretende siempre «comunicar». «Los musicales», continúa, «son forma de expresión humana; al igual que cualquier otra, pueden apuntar a aspectos serios».Entre las obras de Fosse destacan Cabaret (Oscar a la mejor dirección en 1972); Lenny (1974); Pippin, premio Tonnie a la mejor dirección y coreografía; Liza con Z, premio Emmy, y otros musicales de Broadway de los últimos años.
«Durante cierto tiempo me preocupé por llegar a ser un genio, ahora esto ha cambiado. Soy un showman, no me interesa dejar grandes monumentos cinematográficos. Hacer un espectáculo de calidad es verdaderarnente dificil. Por ello considero All That Jazz un espectáculo arriesgado pero desafiante».
Fosse quiso impregnar toda la película de naturalidad. Fue rodada en el Waldorf neoyorquino y en un pequeño apartamento del West de Manhattan. Escogió un elenco de actores, en su mayoría aficionados, casi un centenar de bailarines, que maneja con la magnífica cámara de Giuseppe Rotunno -el cámara predilecto de Fellini.
Así, cada imagen -la escenografía es de Tony Walton, «el fantasioso»- revela la visión particular de Fosse, los colores plateado-azul del mago o lo lúgubre de una cama de hospital.
Quizá la escena en que Joe Gideon se somete a un test de asociación de palabras y en la que a «trabajo» responde, «todo lo que existe», para poco después responder «mujer, música, poesía, colorido, brillo, luz, sinuosas caderas..., esperanza», es la clave de la película.
«Finalizada All That Jazz», añade Fosse, «me siento como sí acabara de parir. Estoy cansado. No sé lo que me sucede.... como si hubiera perdido algo en el camino».
Quizá esta sensación la captaron los críticos americanos tras el estreno de la película, pues la calificaron como una especie de testamento fílmico de Fosse, quien, a modo de autohomenaje, reproduce una escena de chica con silla (Cabaret) y múltiples escenas de un showman mordaz (Lenny).
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