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Mejoras continuadas en bancos

La pasada semana, la primera tras el tradicional período de vacaciones del mes de agosto, ha arrojado un balance positivo en las Bolsas españolas, con el índice general del mercado bilbaíno cerrando por encima del 116%, y el de Madrid marcando dos máximos anuales consecutivos el jueves y el viernes.Esta sorpresiva reacción, si nos atenemos a la disposición del mercado en la tanda anterior, ha tenido un motor fundamental, que han sido los valores bancarios, a cuya trayectoria marcadamente positiva se sumaba en algunas ocasiones la Telefónica.

El Banco de Santander fue, sin duda, el gran protagonista de la semana bursátil. El martes procedió a realizar una ampliación de capital, mediante el incremento en cincuenta pesetas del valor nominal de sus acciones, que pasaban de las 250 anteriores, a 300. A la hora de descontar esta ampliación en el mercado madrileño el valor cedió 36 puntos, aproximadamente el valor teórico de los veinte enteros que le suponía el incremento del nominal de sus títulos y la diferencia de derechos económicos. Por contra, en la Bolsa de Bilbao se realizaban el mismo martes operaciones al 263%, eso sí, con una impresionante presión vendedora. Esta circunstancia no pareció preocupar a los responsables en Bolsa del banco montañés, quienes se aplicaron con decisión a la labor de mejorar su cotización en Madrid, donde al fin del ciclo cerraba a 265%, veinticinco puntos por encima de la postura inicial del martes.

El resto de los valores de este grupo aprovecharon el desconcierto causado por las piruetas del Santander y, apoyándose en la escasa entidad de las órdenes vendedoras que se les generaban, mejoraron a diario posiciones.

En los corros eléctricos, la inactividad que determinaba la escasez de órdenes de uno y otro signo marcaba su insípida trayectoria. Sólo las acciones nuevas de Iberduero contaban con algún predicamento entre los inversores y se negociaron a buen ritmo.

El mercado de letras

El otro protagonista destacado del negocio bursátil a lo largo de la semana fue el mercadillo de letras de cambio. En estos prósperos corros se observó un importante parón en su actividad el mismo martes, tanto en la importancia de la oferta como en el número de efectos que se negociaban. Esta situación se reprodujo el jueves, acentuándose las dificultades para realizar operaciones, y sus seis millones de pesetas escasos de negocio le hicieron ser la peor sesión para estos activos desde que se iniciase su contratación en las Bolsas de valores en el pasado mes de enero.

Varias razones parecen justificar la caída en picado del negocio en letras. Por una parte, la flexión a la baja en los tipos de interés del mercado interbancario hace que las entidades emisoras pretendan rebajar los tipos de descuento a los que ofrecen sus letras. Por otro, los compradores se muestran reacios a realizar operaciones por debajo del ya tradicional 13,5%, y, por último, se comentaba que las entidades vendedoras habrían sido objeto de un recordatorio por parte de la autoridad monetaria, quien les habría indicado la necesidad de no superar su capacidad de aval, que es el coeficiente en el que se engloban las posibilidades de emisión de letras negociables en Bolsa de los bancos.

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