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Reportaje:

La población mundial envejece a un ritmo alarmante

En el año 2000 habrá en el mundo 580 millones de personas mayores de sesenta años, lo que equivale a un aumento del envejecimiento de la población de un 90%, en relación con una fecha no muy lejana, 1950, año en el que existían tan sólo doscientos millones de personas mayores de la edad citada. Si se tiene en cuenta que la población mundial total tan sólo aumentará para estas fechas en un 70% (pasando de 3.700 millones a casi el doble, 6.200 millones de personas), nos encontramos con un índice de envejecimiento tan alarmante que ha puesto en guardia, cada uno en su terreno, a políticos, sociólogos, médicos y magnates de la industria del consumo.

El hecho de que en el año 2000, como se ha señalado en la IX Conferencia Mundial de Gerontología Social, que se ha celebrado en Quebec, se espera que existan dos veces más de personas mayores de sesenta años que en 1970, creará dificultades suplementarias, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, debido, sobre todo, al estadio de desarrollo de cada país, relacionado con las posibilidades de afrontar las necesidades de un crecimiento de tal calibre de la población pasiva.De momento, los norteamericanos se han adelantado, «a su manera», a las medidas que deberá tomar sobre este tema la próxima Asamblea Mundial sobre la Tercera Edad, que se celebrará en 1982, y están propiciando un profundo reajuste de la imagen del jubilado que afecta tanto a sus posibilidades de salud como a las de índole económica y comportamiento e influencia social.

Cuarenta millones de ciudadanos norteamericanos tienen más de 55 años, un 25% aproximadamente de la población total, por lo que se está pretendiendo cambiar la imagen del hombre decrépito, aburrido, enfermo, casi sin ilusión, de décadas pasadas, para dar paso a una nueva generación de dinámicos e influyentes hombres mayores, que asumen cada día papeles más importantes en casi todas las actividades de la vida social.

Cada vez es más el número de encuestas que señalan al hombre mayor como más educado, más rico, con mejor salud y con una serie de posibilidades que a los jóvenes les están vedadas. Por supuesto, entre estas posibilidades vedadas a los jóvenes, está la riqueza. Según las estadísticas de este país, tan sólo el 6%de las personas mayores de 55 años están clasificadas como pobres. Mucha gente de la tercera edad alcanza, por otra parte, los puestos más importantes y las ganancias más sustanciosas.

La industria y los servicios se dan cuenta de la importancia que han adquirido los mayores y tratan de dirigirse a ellos por todos los medios y prestarles más atención, ya que se han dado cuenta, entre otras cosas, que las generaciones jóvenes tienen menos medios y, a veces, ni siquiera los suficientes como para continuar siendo un mercado que en la década de 1960 se dirigía y se basaba en lo joven. El trasvase de la joven cultura hacia las áreas de consumo de los ancianos es evidente. Los anunciantes inundan, por ejemplo, la televisión con publicidad dirigida a este grupo, aumentan las noticias de carácter médico preventivo y las historias de hazañas realizadas a estas edades. Productos, modas, artículos deportivos y otros ya no son exclusivos de la juventud.

Compañías de transporte, de aviación, de turismo, grandes almacenes, restaurantes, sociedades deportivas ofrecen descuentos a los mayores, y muchas empresas lo piensan dos veces antes de jubilar a sus trabajadores. No en todos los casos es así, pero lo cierto es que aumenta considerablemente el número de personas de edad cuya fuerza como grupo social ha de tenerse en cuenta. Tampoco ha de olvidarse la fuerza política de estos ancianos, en los que se da un porcentaje de votantes activos muy superior al que se da, por ejemplo, en la juventud.

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