La solución, cadenas privadas
No suelo ver casi nunca la televisión, pero en verano dispongo de más tiempo y puedo dedicarle una cierta atención; con esta atención he podido comprobar que las críticas que se lanzan contra Televisión Española son benévolas en comparación con lo que merece. Lo único que se puede ver con cierto agrado es alguna producción extranjera y algún programa de la segunda cadena que, por desgracia, no llega a la totalidad del país.De todos los espacios malos que he visto -y son muchos, creánme- hay tres que se pueden considerar especialmente malos: el Telediario, Cosas y 300 millones. Respecto al informativo, el único aliciente que presenta es comprobar las equivocaciones de sus locutores; carece de un hilo conductor y no posee ningún tipo de actualidad. El espacio «monstruo» de los viernes sólo se anima con las gracias de sus presentadores y con las de algún que otro concursante, que provoca la sonrisa -reír por no llorar-. En cuanto al casi legendario 300 millones, no lo animan ni los presentadores; además, este programa ofrece una imagen triunfalista y paradisíaca de algunos países suramericanos, que está muy lejos de la auténtica miseria en que hacen vivir a sus habitantes.
Ante tanta improvisación y tanta falta de rigor informativo sería hora de pensar en las cadenas privadas como en una solución inaplazable./
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