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Clausurado el curso sobre las dimensiones económicas de la negociación España-CEE

A lo largo de cuatro días, miembros de la Administración, economistas, diplomáticos y profesores universitarios han venido participando en el curso que, bajo el título de Dimensiones económicas de la negociación de España con la CEE, y dirigido por el catedrático y vicerrector de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, Angel Viñas, se ha celebrado en el palacio de la Magdalena.Los participantes en el curso coincidieron en señalar la necesidad de que no se demore la entrada de España en la Comunidad, prevista para el año 1983, así como en la existencia de importantes dificultades para llevar a buen fin el proceso integrador. En este sentido, Matías Rodríguez Incierte, secretano general para las Relaciones con las Comunidades, fue claro al manifestar que «las negociaciones han de ser realistas, y sería ingenuo desconocer el efecto posible de la postura, por sutil y matizada que ésta sea, del presidente francés, Giscard d'Estaing». Previamente señaló que «más importante que la adhesión es el necesario proces de cambio de la economía española para su integración en la Comunidad».

El impacto de la integración en los diferentes sectores industriales españoles fue analizado por el secretario general técnico del Ministerio de Comercio, Luis María Linde, y entre ellos destacó como más afectados al sector siderúrgico, el textil-algodonero, el de maquinaria de metales, el de electrodomésticos, el de equipos para distribución de energía eléctrica, el de la industria del mueble y el de la industria de plásticos. «Sin embargo», puntualizó el conferenciante, «debe precisarse que esas dificultades se refieren no a todas las líneas de producción de esas industrias, sino a algunas de ellas: hay líneas de producción competitivas y otras que no lo son».

Desde diferentes puntos de vista se analizó también el proceso de negociación, y así, Juan Antonio Payno, director adjunto del servicio de estudios del Banco Exterior de España, expresó su opinión de que no se estaba produciendo ningún retraso en la integración de España en la CEE, porque la fecha de 1983, fijada oficialmente, «nunca me pareció un paso posible», al tiempo que se inclinaba por una entrada un año después, y precisando que dicha integración supondrá una agravación de los problemas actuales de la CEE. Problemas en cuya solución, y en opinión de otro de los conferenciantes, el diplomático y asesor del Ministerio de Relaciones con las Comunidades Europeas, Carlos Westendorp, debe «participar España», al tiempo que se negocia, «sobre todo con Francia», país por el que, en su opinión, pasan «todas las dificultades existentes para la integración».

De la política regional de la CEE y de los efectos en España tras la adhesión, habló Rafael Illescas, catedrático de la Universidad de Zaragoza, quien señaló cómo esa política no fue reflejada en el documento fundacional de la Comunidad (Tratado de Roma) y hubo que esperara 1975 «para encontrar la instrumentación financiera y jurídica adecuadas», centrada, principalmente, mediante el Fondo Europeo de Desarrollo Regional y, de forma no exclusiva, a través del Banco Europeo de Inversión.

El profesor Granell, director general de promoción de la Generalidad de Cataluña, centró su exposición en las implicaciones del ingreso de España en la Comunidad, afirmando que la entrada en la CEE «supondrá un favorecimiento para las regiones españolas más deprimidas». La forma en que se podría dar participación a los entes autonómicos en la negociación con la Comunidad, dado que esto «supondría una cesión de muchas de las competencias recibidas a la autoridad supranacional de la Comunidad», fue analizada también por el citado profesor.

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