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El sangriento atentado de Bolonia

Italia se paralizó en señal de duelo por la matanza en la estación de ferrocarril

Grandes manifestaciones recorrieron ayer las calles de Italia en señal de solidaridad con las 75 víctimas mortales -datos oficiales- del atentado del sábado en la estación de Bolonia. En esta ciudad y en el resto de Italia toda actividad estuvo interrumpida durante cuatro horas, en lo que los observadores consideran como un intento de todo el país de hacer frente a una nueva provocación de la extrema derecha. La tesis de que el atentado fue obra de un grupo neofascista tomó ayer carácter de oficial cuando el primer ministro, Francesco Cossiga, dijo, ante el Senado, que no había dudas de que la «horrible tragedia de Bolonia» había sido obra de neofascistas «por su aberrante lógica de exterminio».

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La marca del terror negro

El primer ministro italiano inició así su intervención ante el Senado, admitiendo, por primera vez, de manera tajante, tanto la hipótesis del atentado como la responsabilidad de la extrema derecha.En la sesión extraordinaria, que comenzó a media tarde, el Gobierno iba a responder a una lluvia de interpelaciones parlamentarias sobre la «matanza de Bolonia, el más grave episodio terrorista en la historia de la posguerra italiana.

En su intervención, Cossiga recordó otras matanzas causadas por la «barbarie nazi-fascista», y mencionó el atentado de la Piazza Fontana (dieciséis muertos), el de Brescia (nueve muertos) y el del tren Italicus (doce muertos).

Añadió Cossiga que el terrorismo de izquierda «golpea en el corazón del Estado», mientras el terrorismo negro recurre a la «matanza indiscriminada para extender el terror y crear desconfianza en la democracia». El primer ministro se refirió a los NAR (Núcleos Armados Revolucionarios), el grupo que reivindicó y posteriormente desmintió su responsabilidad en el atentado, y dijo que «si el intento de los terroristas es difundir un clima de tensión e inseguridad, romper la confianza entre el Gobierno y el pueblo, podemos decir que se han equivocado y que el país ha respondido con una gran fuerza y madurez democrática».

Veinticinco kilos de TNT y nitrato de amonio

Las peticiones al Gobierno van desde la creación de un fondo de ayuda para las víctimas del terrorismo hasta la revisión de las penas previstas en el código, con la posible inclusión de la pena de muerte para delitos graves de terrorismo. Pero hay quien solicita que se refuerce la vigilancia en las ciudades con tropas del Ejército, que se amplíen las plantillas de policías y carabineros y que se organice un cuerpo judicial especializado en la lucha contra el terrorismo.

Los investigadores, por su parte, han anunciado que la investigación será larga y difícil. Ayer se limitaron a dar cuenta de que habían encontrado numerosos indicios del empleo de explosivos alrededor del cráter de treinta centímetros de profundidad y metro y medio de anchura producido en el suelo de mosaico de la sala de espera de la estación de mayor tráfico de Italia.

Según Francesco Ricci, un experto en explosivos, la carga explosiva debía contener entre veinte y veinticinco kilos de explosivo trinitrotolueno, a base de nitrato de amonio, lo que explicaría el olor a gas que se extendió por la estación tras la explosión.

Los magistrados encargados de la investigación han ordenado un estudio sobre el movimiento de trenes en la estación de Bolonia y, en especial, la relación entre la explosión de la bomba y la salida de algún tren hacia Florencia. La policía ha elaborado una hipótesis para explicar el atentado, según la cual, los terroristas, minutos después de colocar la bomba en la sala de espera, habrían tomado el tren para Florencia que partía veinte minutos antes de la explosión de la estación de Bolonia, y gran número de detectives están estudiando todo el pasaje y las identidades de los viajeros de Bolonia a Florencia con el fin de detectar posibles falsas identidades.

La policía, mientras tanto, emprendió ayer una redada en los medios de extrema derecha de una veintena de ciudades de Italia. En Roma, la Digos (policía antiterrorista) registró varios pisos, sin que hasta el momento haya ofrecido información de los resultados conseguidos.

Luto nacional

Francesco Cossiga anunció ayer en el Senado que una jornada de luto nacional será proclamada en toda Italia. La fecha está aún sin precisar, pero podría ser mañana, día en que se celebrarán los solemnes funerales por las 75 víctimas del atentado, según el último balance oficial dado a conocer por el propio Cossiga.

La gente de la calle intenta en, vano consolarse, y casi purificarse este horrible delito, leyendo el ejemplo admirable de solidaridad, heroísmo y eficacia que ha dado la ciudad de Bolonia, y el no rotundo de todo el país al increíble acto terrorista. En la estación de Bolonia, hubo hasta heridos que se negaron en el momento de la explosión a ir al hospital y, «resbalando en la sangre», se pusieron a escarbar para salvar a niños y ancianos que gritaban horrorizados, enterrados bajo los escombros, informa nuestro corresponsal Juan, Arias.

Los observadores políticos recuerdan a la clase dirigente que los ciudadanos están cansados de palabras y promesas y que esta vez no están dispuestos a esperar doce años como en el atentado al Banco de la Agricultura de Milán, o seis, como en el del tren Italicus, para saber la verdad y capturar a los responsables de la tragedia nacional del sábado. Por su parte, partidos políticos y sindicatos recuerdan a los ciudadanos que hay que estar atentos para no caer en la trampa fascista, que pretende precisamente crear el divorcio entre sociedad civil y clase responsable para empujar al país a tentaciones antidemocráticas y dictatoriales.

En las manifestaciones celebradas ayer en todas las ciudades y pueblos del país, que se paró con una huelga general de dos horas, quedó claro que los italianos no estan dispuestos a dejarse atemorizar por el terrorismo. En la imponente manifestación celebrada en las calles y plazas de Bolonia destacaba un cartel escrito a mano con grandes letras, que decía: «Fascistas o brigadistas, no venceréis, porque los obreros están contra vosotros». Los comentaristas políticos subrayaban ayer que no se puede excluir un proyecto exterior contra Italia, ya que se trata de un país «cremallera y cierra de frontera de delicados equilibrios mundiales, y cruce de opuestos intereses internacionales». Se ha recordado al Gobierno y a la clase política que hace unas semanas el joven y valiente magistrado Mario Amato fue asesinado porque estaba llegando a la conclusión de que el terrorismo fascista se estaba recrudeciendo en Italia y que a sus mayores responsables no había que buscarles en la clandestinidad, sino más bien entre la gente en libertad, a veces hasta «respetabilísima». Y se ha recordado también que por vez primera todos los jueces romanos fueron a la huelga para protestar contra el Gobierno, que no había protegido suficientemente al valiente magistrado.

Socialistas y comunistas criticaron anoche al Gobierno y a las fuerzas de seguridad por no haber considerado con la atención suficiente «el peligro del terrorismo negro».

Los portavoces de ambos partidos coincidieron en esta observación durante el debate celebrado esta noche en el Senado sobre el atentado neofascista de Bolonia, en el que, de acuerdo con el último balance oficial, 75 personas resultaron muertas y 109 heridas, aunque extraoficialmente el número de muertos es de 84, y el de heridos se cifra en unos doscientos.

La única nota discordante la aportó el Movimiento Social Italiano (extrema derecha), para el que «actos como el de Bolonia benefician a los que quieren iniciar una etapa política más abierta aún hacia la izquierda».

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