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MOSCÚ 80

El atletismo cerró las grandes jornadas olímpicas

La última jornada atlética puso de nuevo histéricos a los anfitriones. El triunfo de sus deportistas puso a los soviéticos frenéticos. Los altavoces del estadio, como en cada tarde, anunciaron el tiro o el salto de un soviético. Los altavoces, como cada tarde, anunciaron el triunfo obtenido en otra disciplina. Los altavoces, como en otras tardes, avisaron de la ventaja de un soviético en la carrera de la calle.

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Ningún caso de "doping" durante la competición

Los 100.000 espectadores, como cada tarde, en el frenesí de las victorias gritaron: «Malachi malachi» que es algo así como el «Sí señor, lo soviético es mejor». Somos los mejores, gritaron los espectadores, que esta vez fueron más que ninguna otra tarde, porque todas las lo calidades que no tenían ocupantes fueron adjudicadas a soldados. Las camisas verdes fueron como manchas, como parches puestos sobre el graderío. Los soldados cubrieron el cemento que dejaron vacío los americanos con el boicoteo.Estaba previsto, como es tradicional, que los marathonianos cerrasen las competiciones atléticas, pero los saltadores de altura, en una dura competencia, lo hicieron imposible. Cierpinski entró en el estadio cuando el público estaba pendiente de Wessig y Wszola, que iban a disputarse la medalla de oro. El récord olímpico ya estaba superado. Wszola tenía hasta ayer tarde, compartido el récord mundial de salto de altura. Con veinticuatro horas de diferencia el polaco, campeón en Montreal sobre Stones, y el alemán federal. Moegenburg, lograron saltar 2.35. Wzsola era candidato al oro porque su principal oponente, el germano democrático Wessing, había acreditado para venir a Moscú 2,27. Pero Wszola no anduvo fino del todo. Hizo algún nulo en alturas inferiores y en el 2,33 cayó junto al otro alemán. Freimuth. Wessig se quedó sólo y como campeón olímpico intentó batir el récord del mundo.

Con el listón situado en los 2,36 Wessig hizo un primer salto nulo, pero en el segundo batió justamente con el pie izquierdo y en perfecto fostbury se elevó por encima de una medida con la que no había podido nadie todavía. Hubo una explosión sincera de júbilo. Todos los saltadores felicitaron al nuevo recordman. El público -no había soviéticos en liza-, le ovacionó fuertemente.

El listón subió a continuación a los 2,38. Wessig intentó una nueva superación, pero ya no pudo conseguirla. Era demasiado para una sesión en la que habían estado muy por encima de lo que es lógico en este tipo de competiciones.

Además de los récords mundiales de 4 x 100, mujeres, y altura, hombres, hubo que contabilizar los récords olímpicos de Tatiana Kazankina, que bajó a 3,56.6, su propia marca, de 3.59.2, y el de la alemana Jahl, que lanzó el disco a 69,96 metros. La anterior marca estaba fijada en 96 centímetros menos.

Los dos españoles presentes en la última jornada no tuvieron una tarde feliz. Cabrejas, que superó en la clasificación los 2,21 en salto de altura, se quedó en la final en 2,10. Eleuterio Antón fue vigesimo segundo en la marathon.

Con el final del atletismo acabaron las grandes jornadas deportivas. Antes de la clausura, para España, aún habrá una nueva esperanza. La de hoy, en las piraguas, en las que Menéndez sería el primer español en conseguir tres medallas.

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