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El problema palestino monopolizó el interés de la Conferencia de la Mujer en Copenhague

«En ninguna parte de esta conferencia se ha hablado de propuestas para terminar con la discriminación de la mujer; pero, a pesar de los desalentadores resultados, nuestra fe en la mujer no terminará». Con esta solemne declaración de la representante de Canadá ante la Conferencia Mundial sobre la Mujer, que durante diecisiete días se ha desarrollado en Copenhague, los países occidentales mostraban su decepción por lo que consideran unapolitización de la conferencia.

Pocas horas antes de esta declaración y de los incontables intentos de la presidenta de la conferencia, la danesa Lise Oestergaard, por reprimir los gestos de alegría de las delegaciones árabes, la delegación de la OLP consiguió 64 votos afirmativos para una propuesta en la que sionismo se equipara con racismo.Esta decisión fue la culminación de una constante batalla de la delegación palestina, verdadera protagonista de la conferencia, por imponer sus razones frente a las de Israel, apoyada por Estados Unidos, cuya representante diría que «los ataques a Israel han sido lamentables», y frente a la insistencia de los países de la CEE por descalificar como portavoz a Laila Jhaled, guerrillera palestina.

Durante la madrugada del miércoles al jueves, la conferencia aprobó el programa de acción para los próximos cinco años, centrado en eliminar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres. El programa, votado favorablemente por 94 delegaciones, entre ellas la de España, veintidós abstenciones y cuatro votos en contra, se resume en cincuenta páginas y alrededor de doscientos párrafos. Las peticiones fundamentales se centran en la adopción por todos los Estados de medidas legislativas que prohiban la violencia sexual contra las mujeres, protección y ayuda para la consecución de asistencia judicial y garantizar la presencia de la mujer, de forma satisfactoria e igualitaria, a todos los niveles.

El programa de acción recomienda, entre otros aspectos, promover la creación de organizaciones femeninas, accesos a los puestos de trabajo, atención a las mujeres de avanzada edad, que vivan solas o estén incapacitadas física y mentalmente, remunerar suficientemente a las mujeres que asumen solas la responsabilidad de sus familias y ofrecerles la posibilidad de formación y reciclaje.

En este programa se incluye una cláusula por la que se invita a las Naciones Unidas y a los Gobiernos a promover asistencia a las mujeres palestinas, dentro y fuera de su territorio ocupado, mediante la consulta y cooperación con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), «representante del pueblo palestino». También se señala que la ayuda a las mujeres de Africa del Sur se hará mediante los movimientos de liberación reconocidos por la Organización para la Unidad Africana.

Durante los diecisiete días que ha durado la conferencia han asistido a las sesiones 1.010 mujeres y 307 hombres, que componían 145 delegaciones, de las que dieciocho estaban presididas por hombres Muchas de estas delegaciones han considerado, finalmente, que todo se ha reducido a una pérdida de tiempo y dinero. Cada una de ellas compuesta por, al menos, cuatro miembros, ha invertido aproximadamente 170.000 pesetas para financiar la estancia en Copenhague.

Por Io que se refiere a la delegación de la Santa Sede, presidida por monseñor Joseph Cordes, «no ha podido aprobar el programa de acción de las mujeres por múltiples razones». «Este programa», dice monseñor Cordes, «ha dedicado muy poca atención a la familia y al lugar que la mujer debe jugar en la célula familiar. También se ha dado demasiada importancia a los problemas socioeconómicos, en perjuicio de aquellos otros que conciernen más directamente a la responsabilidad y prerrogativas de las mujeres, así como el papel que les está asignado». La delegación del Vaticano ha expresado sus reservas sobre las medidas previstas por los autores del programa en materia de planning familiar. «Nuestra abstención», explicó monseñor Cordes, «no debe entenderse como una aprobación o aceptación de uno u otro de los problemas más conflictivos».

Según la enviada especial de la agencia France Presse a la conferencia, Irene Cherain, estos diecisiete días han supuesto el fin de un feminismo exclusivo que intente buscar la satisfacción de las aspiraciones específicas de las mujeres, independientemente de los problemas generales de orden político.

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