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CATALUÑA

El industrial Jesús Serra permaneció dos meses secuestrado en un "hoyo húmedo"

El industrial Jesús Serra Santamans, que permaneció 65 días en poder de ETA pm, explicó ayer en conferencia de prensa algunas de las circunstancias de su secuestro. Entre los temas que no reveló figuran la cantidad pagada por su liberación, el lugar en que fue abonado el rescate y la forma en que se realizaron los contactos entre familia y secuestradores.Serra dijo que permaneció dos meses metido en un hoyo húmedo, cuyas dimensiones eran tres metros de lado por dos de ancho, y una altura de 1,75 metros, con paredes recubiertas de cartón. Tomó la decisión de hacer ejercicio, por si le liberaban algún día, y pasó horas andando en diagonal por la habitación y haciendo simultáneamente movimientos de brazos, para no anquilosarse o ser afectado por el reúma.

«Me di cuenta de que los que me habían secuestrado eran personas cultas porque me dejaron libros de premios Nobel», añadió Jesús Serra. También le dejaron periódicos, pero se los daban de forma desordenada en las fechas, por lo que era difícil hacerse cargo de la situación.

«Durante el primer mes me hicieron dos largos interrogatorios todos los días, mientras que en el segundo ni me dirigían la palabra. Creo, que esto último era casi peor que lo primero. En los interrogatorios me pedían nombres e informes de personas que suponían adineradas, pero me di cuenta de que sabían poco cómo iban las cosas. Pensaban sobre todo en personas del sector de seguros, creyendo que ahí habría un camino importante para sacar dinero».

«Nunca me dijeron que eran de ETA. Una vez me preguntaron si yo sabía quiénes eran ellos. Yo presumí que eran de la ETA desde el primer momento, pero consideré que era mejor decirles que debían ser unos idealistas».

Asimismo manifestó que le habían tratado bien en todo momento, si bien en la última semana le leyeron un comunicado anunciándole que iban a ejecutarle. «Después me hicieron grabar una cinta para hacerla llegar a mi familia en un estado emocional deprimente», añadió.

La liberación le fue anunciada el 22 de mayo, si bien aguardaron unos días más para hacerlo. Para dejarle libre realizaron dos trayectos en sendos coches, en los que él viajó siempre en los portamaletas.

«Llegaron a un lugar y me dejaron. Incluso tuvieron la amabilidad de cambiarme del sitio inicial porque dijeron que me dejaban bajo un árbol para que no me cayera encima la humedad de la noche». Tras forzar sus ligaduras, empezó a andar por la carretera hasta llegar a un hotel, a las cuatro de la madrugada. El conserje no quiso darle cobijo, dado su aspecto, «con barba de quince días y pelo de tres meses, y diciéndole que había ido andando a aquel lugar desierto. Pensó que me había escapado de algún manicomio. Tampoco pudimos telefonear, porque la central del pueblo no funcionaba a aquella hora».

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