Una tripulación española, contratada en Gran Bretaña para un barco que no existe
Una tripulación española compuesta por diecinueve marineros gallegos se encuentra angustiada y sin dinero, al cuidado de una organización protestante inglesa, después de descubrir a su llegada al Reino Unido que el barco para el que fueron contratados en Galicia no existe.
La triste y dramática historia comenzó el pasado martes, con la llegada de los marineros al aeropuerto londinense de Heathrow, en un vuelo procedente de Santiago de Compostela.Su punto final de destino era el puerto de Great Yarmouth, en el condado de Norfolk, al norte de Londres. Su primera sorpresa desagradable fue descubrir que el billete que les había facilitado la compañía contratadora, pomposamente llamada Líneas Atlánticas del Boiro, en la provincia de La Coruña, sólo cubría el pasaje de avión hasta Heathrow, y no el billete de tren hasta Great Yarmouth.
Los españoles juntaron en el aeropuerto todo el dinero de que disponían y compraron los billetes de tren hasta el pueblo marinero. Su sorpresa fue mayúscula cuando, después de deambular durante varias horas por el puerto y de hacer toda clase de averiguaciones, decubrieron que el barco para el que habían sido supuestamente contratados, la motonave Walder II, no solamente no estaba fondeada en Great Yarmouth, sino que ni siquera existía en los registros del Lloyd's londinense.
Los marineros se dirigieron a la policía local, quien les envió a una organización benéfica de la iglesia de Inglaterra, Missions to Seamen, dedicada a resolver los problemas de los hombres de mar a escala mundial. El director local, David McCoombe, decidió inmediatamente el alojamiento de los marineros en el hostal de la misión, y puso el caso inmediatamente en conocimiento de la Embajada de España en Londres, al tiempo que iniciaba las gestiones tendentes a localizar el Walder II.
El agregado laboral de la embajada, Gonzalo García Passigli, pidió a la Missions to Seamen que se hiciera cargo de los marineros hasta que se aclarase el extraño caso, y a este respecto cablegrafió a las autoridades españolas en Madrid y en La Coruña.
McCoombe declaró ayer a EL PAIS que, tan pronto alojó a los marineros en el hostal de su organización, se puso en contacto con el Lloyd's para tratar de averiguar el paradero del barco. «El barco no existe, y si existe está registrado con otro nombre», declaró a este corresponsal. La posibilidad de que se tratase de una plataforma petrolera del mar del Norte, y no de un barco, ha sido también excluida, ya que, consultadas todas las compañías petroleras que operan en aquella zona, ninguna tiene una plataforma con ese nombre.
Fuentes de la agregaduría laboral española manifestaron a este periódico que no es la primera vez que aparecen marineros españoles en el Reino Unido contratados por extrañas compañías, que operan en el norte de España y que luego, después de hacer las averiguaciones pertinentes, resulta que los barcos para los que han sido supuestamente contratados no existen. Por estos contratos, algunos agentes reclutadores piden cantidades que llegan a veces hasta las 50.000 pesetas, cantidades que nunca son recuperadas por los interesados. Sin embargo, es la primera vez que esto ocurre con un grupo tan numeroso.
McCoombe ha manifestado que los españoles se encuentran perfectamente, aunque con la natural angustia, por no saber cuál iba a ser su futuro inmediato. En todo caso, si la compañía contratadora, Líneas Atlánticas del Boiro, sigue sin dar señales de vida, como hasta ahora, la Embajada de España procedería a su repatriación.
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