A vueltas con la tercera fuerza sindical
El pasado 19-6-1980 EL PAIS nos obsequiaba con un jugoso reportaje, firmado por mi buen amigo Julio Fernández, en el que, bajo el título UGT ante el reto de la tercera vía sindical propiciada por UCD, se extendía en una serie de rocambolescas consideraciones fruto de la consulta a «diversos medios sindicales y políticos» (¿cuáles son esos medios, Julio?, porque a mí me parece que la consulta ha sido de sentido único). El reportaje estaba ilustrado, para que no faltara de nada, con las fotos del actual ministro de Trabajo y la mía.No voy a caer en la tentación de responder al autor del citado re.portaje. Prefiero seguir esperando a que un día me incluya como una de esas fuentes que consulta al elaborar sus informaciones, y muy especialmente cuando se refiera en ellas directamente a la USO. Y no voy a responder tampoco porque, considero incontestable el derecho de Julio Fernández a la libertad de expresión, y presupongo que él utiliza ese derecho convencido en conciencia de que no falta al elemental deber de honestidad profesional que forma parte del derecho a la información que nos asiste a todos los lectores de EL PAIS. Y presupongo todo ello a pesar de que, a mi juicio, el citado reportaje está abarrotado de imprecisiones y errores de bulto.
Pero vayamos al fondo del problema. Es indudable que una de las .fuentes consultadas por Julio, Fernández habrá sido la UGT, digo yo. Y es lógico que dicha fuente, a 19-6-1980,se exprese con extrema dureza respecto a la USO, y a sus perspectivas de consolidarse como un tercer componente cualificado, junto a CC OO y la propia UGT, de la estructura sindical democrática en nuestro país. Y es lógico porque después del revolcón que ha supuesto para UGT el hecho de que la CES (Confederación Europea de Sindicatos) decida seguir tramitando en los próximos meses la solicitud de afiliación de la USO, y el fracaso estrepitoso de la impugnación que habían presentado al alimón CC OO-UGT ante la 66ª Conferencia de la OIT, cabía esperar y esperábamos reacciones más o menos airadas y de despecho hacia la USO como las que subyacen en el reportaje de marras publicado por EL PAIS.
También es necesario tener en cuenta que hemos entrado ya en campaña electoral sindical, y cuando hay elecciones por medioestamos acostumbrados a que se produzcan curiosas mutaciones en las conductas y los comportamientos. Tal que así resulta explicable que una central sindical que ha compartido techo y lecho con el Gobierno de UCD y la CEOE en el transcurso del último año se nos presente a unos meses de las próximas elecciones dispuesta a lanzar cruzadas anti-UCD y a erigirse en bastión sindical de clase frente a oscuras maniobras. Seriedad, por favor.
Pero detrás de tanta hojarasca y tantas ficciones electoralistas prevalece una cuestión de fondo, latente en la vida sindical españ ola desde hace tiempo, y de cuya respuesta final depende el espectro sindical que definitivamente se configure en nuestro país a corto o medio plazo. La cuestión es: ¿resulta posible y necesaria la presencia de un tercer componente sindical, fuerte y representativo, en la España democrática que estamos construyendo?
Evidentemente, para la USO esa pregunta está respondida desde hace tiempo: somos ese tercer componentédel cuadro sindical y, porque no nos contentamos sólo con eso, nuestro esfuerzo. va encami nado a consolidar y a llevar a su máxima expresión la fuerza: y la incidencia sindical de la USO en todos los planos. Es nuestro derecho y nuestro deber como sindicato de clase y sindicato autónomo abierto a todos los trabajadores realizar ese esfuerzo en un país en el que las cifras sindicales cantan, mal que les sepan a las centrales exiguamente mayoritarias: mínima afiliación sindical, mayoría de delegados independientes electos en las anteriores elecciones, miles de agrupaciones sindicales dispersas por vertebrar en torno a un proyecto y a una estructura sindical fuerte e implantada a nivel de Estado, insoportable subordinación política de los sindicatos «grandes», que empieza a hastiar a los trabajadores, en su inmensa mayoría por organizar, etcétera.
Nosotros comprendemos que la UGT no tenga los mismos criterios que nosotros en este tema de la tercera fuerza sindical. Es lógico. Está empeñada en un imposible objetivo de polarización sindical, cada vez más en contradicción con la realidad sindical que vivimos, y quisiera para sí el espacio sindical que corresponde a esa tercera fuerza, la USO, para afirmar su propia hegemonía sindical frente a CC OO (conviene no olvidar que UGT representa un 19% de los delegados electos en 1978, pese a los recientes espejismos de Seat y Fasa-Renault).
Nosotros estamos decididos, hemos dado ya bastantes pruebas, a construir un movimiento sindical potente,y organizado, responsable y con capacidad contractual a todos los niveles. Y eso sólo es posible con la presencia de tres grandes centrales consolidadas que converjan o diverjan cada vez que el sentido común sindical y los intereses supremos de los trabajadores y del país lo aconsejen. Si UGT se empeña en seguir adelante con su proyecto de polarización sindical, agrediendo a la USO e intentando drenar nuestro prestigio, allá ella. Pero que sepan los compañeros de UGT que si su proyecto triunfa, serían las primeras víctimas de su propio éxito, pues el componente sindical comunista tiene el terreno abonado, frente a UGT o dentro de UGT, si esa polarización se consuma.
Pensadlo, compañeros. Y cambiad la reflexión por el exabrupto cuanto antes.
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