Bagdad considera zanjado el problema del Kurdistán tras las elecciones del viernes
Al tiempo que 6,5 millones de iraquíes votaron el viernes para elegir por primera vez en la historia de su país un Parlamento mediante una ley electoral que dejaba al elector cierta posibilidad de opción y que ha supuesto una clara mayoría al partido Baas, en el poder, y ha llevado a once mujeres a los escaños, los kurdos iraquíes ratificaron un estatuto de autonomía para el Kurdistán, con el que Bagdad espera evitar todo contagio de la efervescencia reinante en el Kurdistan turco y, sobre todo, iraní, y pacificar la zona.
El viernes, dos millones de kurdos iraquíes sancionaron con su voto un estatuto de autonomía, eligiendo los miembros del Consejo Legislativo del Kurdistán iraquí, especie de Parlamento autonomico, que controlará el Consejo Ejecutivo kurdo nombrado por Bagdad, ya que la ley de Autonomía otorga teóricamente amplios poderes, excepto en materia de defensa, seguridad interna, planificación económica y política exterior.Por limitada que sea la experiencia, con la que se intenta obtener una adhesión popular para el Estatuto de Autonomía en vigor desde 1974, reviste un aspecto original, ya que permite al Consejo Legislativo, integrado por miembros de la rama colaboracionista del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), el Partido Revolucionario kurdo, del Baas e independientes, revocar el Consejo Ejecutivo nombrado a dedo por las autoridades de Bagdad y contrasta con la situación de abierto rechazo de las reivindicaciones autonómicas kurdas por parte de las autoridades del vecino Irán.
Las elecciones de ayer en el Kurdistán iraquí ponen, en opinión de Bagdad, un punto final a cerca de veinte años de guerra y tensión en la zona más rica del país, el Kurdistán, de donde se extrae casi el 75% del petróleo del segundo exportador de crudos del mundo, Irak.
A la lucha guerrillera nacionalista kurda, encabezada por Mustafá Barzani, se puso fin tras catorce años (1961 -1975) con el abrazo de Argel, entre el derrocado sha de Irán y el entonces vicepresidente del Consejo de la Revolución iraquí, Saddam Hussein.
A la vista de las escasas repercusiones que tenía en el Kurdistán iraquí la reanudación de las actividades guerrilleras kurdas del otro lado de la frontera, después de la caída del sha, Bagdad, con objeto de desestabilizar al régimen islámico iraní, ha prestado un apoyo político y material a las minorías de Irán.
Cinco años después del final de la guerra y año y medio después de la salida del sha, el sueño de Massud Barzani, hijo del célebre resistente kurdo Mustafá Barzani, consistente en una unión entre chiitas kurdos y comunistas para acabar con el poder del Baas, está muy lejos de realizarse. Pero si los comunistas han sido diezmados y los. chiitas, a pesar del incremento de sus actividades terroristas, no son por ahora demasiado sensibles al ejemplo iraní, la pacificación del Kurdistán dependerá en gran parte de la lealtad con la que Bagdad apIicará y desarrollará el Estatuto de Autonomía.
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