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BALEARES

Un bidón de cianuro pudo haber causado una catástrofe en Baleares

Un bidón de cincuenta kilos de cianuro -gas peligrosísimo y letal-, abandonado durante varias semanas en la azotea de la Casa de la Cultura de Palma, pudo haber provocado una auténtica catástrofe ciudadana, de haber sufrido el recipiente algún escape.

El hecho, ocurrido hace apena unas semanas, no se ha conocido hasta ayer, en que el Diario de Mallorca pudo hacerse con un informe sobre la amplia operación realizada por los servicios municipales de Sanidad, que fueron los que lograron neutralizar el contenido del bidón, en un proceso químico hasta diluir en hipoclorito sódico y agua el peligroso cianuro.El bidón de cianuro fue encontrado en una de las dependencias del archivo histórico de Mallorca, que tiene su sede en la Casa de la cultura, en la calle de Ramón Llull, contigua al colegio de San Francisco y donde reciben enseñanza casi un millar de niños. En el mismo edificio está el convento de los Padres Franciscanos. El citado gas estaba destinado a la desinsectación y desinfección de los legajos y documentos antiguos, operación que se venía realizando en una «cámara de gas» especial, que posteriormente fue sustituida por otros tratamientos no tóxicos y de más fácil manejo.

Al producirse el cambio de sistema, el bidón quedó arrinconado en un cuarto trastero, desde donde un funcionario, ante el peligro que el gas suponía para el archivo y las personas que en él trabajaban, no tuvo mejor ocurrencia que colocarlo en la azotea del edificio sin ningún tipo de protección.

Al descubrirse el bidón de cianuro, y el grave peligro que podía suponer en caso de que los agentes meteorológicos o algún accidente hubieran provocado una fuga en el bidón, donde se contenían los cincuenta kilogramos de cianuro, se procedió a eliminar el gas letal, en el más absoluto de los secretos.

Durante la noche, y con grandes precauciones, un equipo del cuerpo de bomberos, protegidos con caretas antigás, trasladaron el bidón al laboratorio municipal de Son Reus, a unos ocho kilómetros de la ciudad, donde los químicos del ayuntamiento, con la ayuda de unos laboratorios de Barcelona, de los servicios de higiene y seguridad en el trabajo, y de la facultad de Ciencias de Palma, se neutralizó el cianuro, mezclándolo con una solución de hipoclorito sódico y después, una vez macerada la mezcla, fue vertida en 5.000 litros de agua con lo que se finalizaba el proceso de neutralización.

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