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Reportaje:

María Mercader cuenta su vida con Vittorio de Sica

Pausada. y distante, casi una dama inglesa vestida por Chanel y con un acento levemente italiano, María Mercader asistió ayer a la exhibición de la película El jardín de los Finzi-Contini, en la Filmoteca de Madrid, dentro del ciclo dedicado a su marido, Vittorio de Sica, y que ha coincidido con su estancia en Madrid para promocionar su libro Mi vida con Vittorio de Sica, unas memorias que se sitúan entre el folletín y el reportaje.

Acostumbrada a subyugar con la mirada, como ella misma confiesa, María Mercader, 64 años, se esfuerza en mantener esa belleza de ayer que todavía conserva hoy y que recuerda un rostro hermoso -un poco frío, un tanto hierático-, que sedujo sin proponérselo a Vittorio de Sica y a tantos otros.Una hora antes de la presentación oficial de su libro a la Prensa, el pasado jueves, hizo que le lavaran y arreglaran el pelo en el hotel, para seguir apareciendo en público espléndida y majestuosa. «Es que luego los periodistas eligen morbosamente las fotos de cuando era joven y las publican junto a la foto actual y apostillan: «¡Cómo ha cambiado!». Una tarea inevitable que María Mercader desea atenuar en lo posible.

«Me apetecía venir a hacer la España», esa aventura a la vez cansada y prefijada de promocionar la venta de su biografía y de acompañar a la relaciones pública de la editorial a continuas y breves citas. En el acto de la presentación del libro en Madrid, la amante y viuda de De Sica repitió casi lo mismo que ha venido diciendo desde hace tres días en Barcelona resignada a explicar el porqué de su libro: «Lo escribí para hacerme compañía, para soñar que todavía estaba Vittorio vivo; para lucha contra la desesperación y la soledad que me produjo su muerte». Y a una pregunta de este periódico contestó que no, que no había escrito sus memorias por razones económicas. «He tenido que pagar muchos impuestos, sí, pero imagínese, sólo he recibido 12.000 francos (algo más de dos millones y medio de pesetas) por la venta de la edición, así que más me hubiese compensado, en ese caso, vender este anillo», dice señalando uno de brillantes que destaca entre sus manos pálidas, blancas y hermosas. «En España hemos hecho una edición de 5.000 ejemplares, pero pronto se hará otra edición con vista a su distribución en América», dice la relaciones públicas.

Para María Mercader, Mi vida con Vittorio de Sica es también un desahogo. Un novelón, un love story entre el folletín y el reportaje que explica cómo una mujer de la burguesía catalana, que inició su carrera de actriz casi impulsada por la guerra civil española y por su deseo de independencia económica, es capaz de anular su propia personalidad para seguir a un hombre casado que, a pesar de amarla, mantiene su matrimonio y se resiste a abandonar su hogar familiar.

Cuando conoció a De Sica, María Mercader tenía veintiún años, era virgen y no sentía ningún tipo de curiosidad sexual. Su entrega al director de Ladrón de bicicletas y El limpiabotas, credor del neorrealismo, no conoció fronteras. Pronto quedó embarazada y abortó clandestinamente, allá por 1943. Después la pareja tuvo dos hijos, Manuel y Cristian, compositor y actor, respectivamente, y a ellos ha dedicado la vida la actriz tras la muerte del que por fin fue su marido desde 1968, aunque antes ya se habían casado en México y San Marino, lo que convirtió a De Sica en bígamo ante la justicia italiana. Sin embargo, nadie le acusó de ello.

Por el libro de María Mercader desfilan personajes y monstruos del cine y la cultura: Charlie Chaplin, Buñuel, Miró, Zavattini, etcétera. Su historia, pues, no es sólo una novela de amor muy a la italiana. Es también un relato de costumbres con el fondo de la segunda guerra mundial y la Italia fascista.

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