Política de transportes
Durante casi tres décadas, la política de transportes en España se ha volcado hacia la promoción del uso de la carretera, en detrimento del aprovechamiento y la mejora de la infraestructura del ferrocarril. Pero desde la publicación del Libro blanco del transporte hasta hoy, parece como si las intenciones fueran. a variar, más que por una decidida política de racionalización, por el simple imperativo económico del coste creciente de los carburantes utilizados por los camiones. (...)Si ya antes de la crisis energética parecía lógico frenar esta tendencia hacia el transporte de mercancías por carretera, en los momentos actuales, y ante las previsibles perspectivas, parece urgente adoptar importantes medidas, que incluso debieran contemplar -en sus aspectos fiscales y económicos- no sólo el transporte de mercancías, sino también de viajeros. (...)
El deseo de las industrias españolas de crear sus propias flotas de transporte, sin necesidad de someterse a rígidos horarios, rutas obligadas y servicios completos del tráfico pudo ser, entre otros, la causa del boom del transporte por carretera. Pero las consecuencias que esta evolución ha provocado y provocará en un futuro más o menos próximo significarían, en definitiva, la atomización del transporte, el entorpecimiento y lentitud del tráfico en las grandes rutas nacionales y el costo de una dependencia energética exterior insoportable. (...)
Frente a los 56.000 millones que los Presupuestos del Estado dedicarán a carreteras en 1980, las inversiones en ferrocarriles serán de 81.311 millones, proporción todavía insuficiente para acelerar un cambio de tendencia que evidenciaría definitivamente la intención política de afrontar un problema antiguo que con el tiempo y el precio del petróleo se ha convertido ya en imperativo e inasequible.
, 13 de junio
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