Roy Jenkins propone la formación de un partido centrista en Gran Bretaña
¿Es posible la formación de un nuevo partido político en Gran Bretaña que, aliado con el pequeño Partido Liberal, consiga atraer el suficiente número de votantes para poner en peligro el tradicional turno de poder entre conservadores y laboristas?La pregunta es el Guadiana de la escena política británica. Como el río español, aparece y desaparece con regularidad en tiempos de crisis y en tiempos de división en el seno de los partidos tradicionales.
En estos momentos, la crisis de identidad y la división es evidente en el movimiento laborista, y por este motivo un ex vicelíder del partido y ex ministro de Hacienda y del Interior del Labour Party, que hoy ocupa la presidencia de la Comisión Europea de Bruselas, se ha lanzado a la arena política y ha indicado que en el futuro estaría dispuesto a presidir las fortunas de un verdadero partido centrista en el Reino Unido.
Roy Jenkins pretende reintegrarse a la política activa británica a partir del 8 de enero de 1981, fecha en que tendrá que dejar su cargo de 80.000 libras al año (unos trece millones de pesetas), como elemento aglutinador de una nueva formación política británica, «a radical center» (un centro radical) para utilizar sus propias palabras, que ofrezca una alternativa social demócrata al país y que se nutra de los que creen que el laborismo se ha ido demasiado hacia la izquierda, de una parte, y de los que crean que los conservadores han derivado demasiado hacia la derecha.
Para el presidente de la Comisión Europea, verdadera «bestia negra» de la izquierda laborista y los sindicatos, el Partido Laborista está irremediablemente dirigido hacia la izquierda, como lo demostró la última conferencia extraordinaria y las últimas demandas radicales de comprometer al partido con temas como la retirada de Inglaterra del Mercado Común. El problema del laborismo, según Roy Jenkins, es que en él coexisten personas incompatibles con filosofías incompatibles.
Sin embargo, entre las filas laboristas la apelación de Jenkins no ha encontrado el más mínimo eco, ni siquiera entre los dirigentes moderados, que se oponen a una toma de poder por parte de la izquierda. Denis Healey, considerado por muchos como el posible sucesor de Callaghan, ha declarado que la tentativa de Jenkins está condenada al fracaso. La ex ministra Shirley Williams, que recientemente calificó de «irresponsable» la petición de varios políticos laboristas de incluir en el manifiesto del partido la retirada británica de la Comunidad Europea, declaró ayer que no tiene ninguna intención de abandonar el laborismo, sino de luchar dentro del laborismo para que el partido no se vaya demasiado hacia la izquierda. «Un partido de centro», dijo Shirley Williams, «carece de raíces, no tiene valores, ni ideología, ni doctrina».
Sólo el líder del Partido Liberal, David Steel, ha respondido con un cierto entusiasmo a las intenciones de Roy Jenkins.
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