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Fórmula 1

Los italianos que corrieron en España, ante los tribunales

Los pilotos italianos que tomaron parte en el polémico Gran Premio de España de Fórmula 1 han sido denunciados ante los tribunales de justicia ordinarios de su país por haber tomado parte en una carrera ilegal. La asombrosa denuncia ha sido realizada por la autoridad deportiva italiana, volcada en apoyo del presidente de la Federación Internacional, el francés Balestre, en su litigio con el de la Asociación de Constructores, el británico Bernie Ecelestone.

Aunque el comité ejecutivo de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), máximo organismo responsable, no se ha reunido aún para tratar el tema de la posible ilegalidad de la carrera española y su puntuación para el Campeonato del Mundo, el buró permanente reunido en Atenas la semana pasa da, se pronunció claramente en su apoyo a Balestre, declaró la carrera española ilegal y recomendó clemencia para los pilotos.En estas decisiones, que carecen de valor mientras el comité ejecutivo no las apruebe -y, pese a la gravedad de los hechos, no se ha previsto ninguna reunión hasta octubre, por lo que habrá que esperar hasta entonces para conocer el desenlace final del Gran Premio de España de Fórmula 1-, sorprende el hecho de que se pida clemencia para los pilotos, que sabían perfectamente en las condiciones en que corrían la carrera española, y no se pida la misma clemencia para el organizador español. La toma de postura del RACE, a favor de Ecclestone y en contra de Balestre, no parece ser ajena a esta nueva discriminación, en la que, una vez más, la legalidad vigente vuelve a interpretarse al capricho de los dirigentes de la Federación Internacional, conscientes de que, como todo aquel que tome parte en una carrera declarada ilegal pierde de forma automática la licencia, ningún equipo, salvo Renault, Ferrari y Alfa Romeo -con los que es imposible organizar un mundial-, podrían continuar corriendo.

Pese a ese carácter provisional de la medida adoptada por la Federación Internacional en Atenas, de la que luego se ha querido volver atrás no sólo en el capítulo de los pilotos, sino en el de la puntuabilidad de la carrera española, los dirigentes del deporte del automóvil italianos, claramente partidarios de la postura de Balestre, han llevado ante los tribunales de justicia de aquel país a los pilotos con licencia de aquella nacionalidad que tomaron parte en el Gran Premio de España.

El jovencísimo Elio de Angelis, una de las grandes esperanzas del automóvil mundial, que terminó en tercer lugar en la prueba española; Riccardo Patrese, figura ya consagrada y polémica en muchas ocasiones por su dureza en la pista, que tuvo que retirarse por avería, y el norteamericano, pero con residencia en Roma, Eddie Cheever, autor de una sensacional carrera, con un coche muy inferior al de la mayoría de sus rivales, pero que una avería privó de rematar con uno de los lugares de honor, se sentarán en el banquillo de los acusados por correr una carrera prohibida.

Aunque no se conoce qué legislación ordinaria pueda prever la participación de unos deportistas en una competición deportiva -al margen de que ésta, de acuerdo con una reglamentación deportiva anacrónica y aún sin haberse definido oficialmente, sea declarada deportivamente ilegal-, más aún cuando el hecho se produce en otro país, los representantes del poder deportivo italiano, teóricos defensores del deporte, pretenden quesus tres principales deportistas en la especialidad del automovilismo, De Angelis, Patrese y Cheever, sean llevados ante los tribunales.

El caso, pese a que es más que probable que sea sobreseído por la justicia italiana, no ha dejado de sentar muy mal en el seno de la FOCA, que agrupa a pilotos y constructores, que podrían intentar medidas de fuerza en apoyo de sus compañeros. El revuelto mundo del circo de la fórmula 1 sigue sin apaciguarse. Evidentemente, la decisión de la Federación Italiana, tras la que se ve la mano de Balestre, puede dar lugar a una reacción por parte de la FOCA, cuyo mayor interés está en defender a los pilotos de los caprichos de unos federativos casi siempre alejados de la realidad deportiva.

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