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La esposa de Tomás Sulibarría acusa a "Peixoto" del asesinato de su marido

Carmen Francia, esposa de Tomás Sulibarría, alias Tomi, muerto el martes en un atentado reivindicado por ETA Militar, en unas declaraciones que ayer publicaba el diario bilbaíno La Gaceta del Norte, afirma que «a Tomás no lo ha matado ETA sino la envidia y la mentira. El molestaba a una persona de la Capilla Sixtina (como se conoce a la dirección), a Peixoto concretamente, y por eso ha muerto».

En las mencionadas declaraciones, la viuda de Tomás Sulibarría narra las relaciones de éste con ETAm y las razones que movieron a la organización a atentar contra él por dos veces.«Tomás era una persona que a los catorce años empezó a luchar por Euskadi, y a los veintisiete le han pegado un tiro», explica Carmen Francia. «Mientras estuvo en Euskadi sur fue una persona bien considerada dentro de la organización ETAm. Cuando pasó al Norte, la Capilla Sixtina (la dirección de la organización) le indicó que tenía que volver al Sur. Le ofrecieron un cargo burocrático que a él no le gustaba, aunque anteriormente había estado dedicado a la captación de militantes. Las armas se pusieron sobre la mesa quince días antes de que sufriera el atentado del 30 de agosto de 1978. Si no acataba las órdenes, le echarían de la organización».

«Mi marido», añade, «les dijo que de la organización sólo le podía echar la base, pero no ellos, y si la base le echaba seguiría luchando como independiente, como lo hizo antes. El día 30 de agosto fue el atentado. Le citaron para hablar de una posible acción, pero lo único que hicieron fue llevarle a Mundaca. En ningún momento le llamaron asesino ni traidor. Tras el atentado estuvo en el hospital y después pasó a la cárcel de Basauri -tenía la boca cosida, por la operación que le tuvieron que hacer-, y en vísperas de Navidad le llevaron a Burgos. Allí estuvo cuatro veces en celdas de castigo por defender los derechos de los presos».

Recuerda Carmen FrancÍa que cuando salió de la prisión la dirección de ETA Militar le dijo que debía irse de Euskadi «hasta que la gente se olvidara de él, y le dijeron que no habría problemas de dinero. Si se quedaba en Euskadi, lo más probable es que recibiera un tiro. Además debía de abandonar la izquierda abertzale. El me dijo entonces que prefería morir en Euskadi con la cabeza alta que vivir por ahí como un perro».

Tomás Sulibarría murió, según afirma su esposa, el 31 de agosto, al día siguiente del atentado, «cuando le llamaron traidor». «Desde que salió de Burgos», asegura, «sus cuatro meses de libertad han sido un infierno. Ayer mismo me decía, mientras estaba mirando los recortes de periódico sobre el tema -hacía días que notaba que le seguían: "Me voy a volver loco, me tienen cogido, pero saben que nunca hablaré". Mi marido sabía quién le disparó en agosto de 1978».

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