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Daño irreparable

Al margen de ausencias particulares «contra sus comités olímpicos», pero difíciles de detectar aún, como la citada de la velocista australiana Raelene Boyle, las conjuntas de Estados Unidos y la RFA, así como la repetida de Kenia, y con la incógnita de lo que podría haber aportado en alguna prueba aislada China, devaluarán el deporte rey, a buen seguro. Los norteamericanos obtuvieron en Montreal seis medallas de oro, otras tantas de plata y siete de bronce en la parcela masculina, que dominaron, sobre un total de veintitrés pruebas. En la última Copa del Mundo, disputada también en Montreal el año pasado, lograron hasta siete triunfos y confirmaron su supremacía masculina. Allí «surgíeron» definitivamente el saltador Myricks, el que más se ha acercado a los 8,90 de Beamon, y también el sprinter Sanford. Otros dos vencedores, entonces ambos recordmen de vallas aun en activo, Nehemiah y Moses, podrían ser igualmente medallas de oro casi seguras. Por cierto, se perderá el duelo de este último con el alemán Schritid, recordman europeo y máximo candidato también en la misma prueba lisa. La enorme capacidad estadounidense no quedaría sólo de mani iesto en estas pruebas y en los dos relevos, propiedad suya casi perenne, sino con las «revelaciones» de turno en los citados 400 lisos -para relevar a un Juantorena quizá sin recuperar de su lesión en cualquier prueba que participe- o en las dos de medio fondo. En éstas de todas formas, el alemán Wessinhage sería mayor enemigo para los británicos Coe y Ovett. En las dos restantes de fondo, como en la altura -aunque en ésta siempre tendría su oportunidad un Jacobs, por ejemplo-, las ausencias de lamerítar ya pertenecen a Kenla y la RFA.El país africano, que no reduciría su potencial a Heriry Rono, todavía recordman intocable de 5.000, 10.000 y 3.000 metros obstáculos, tendría, sin embargo, en él a su principal baluarte. En el salto de altura, la baja del joven y altísimo Moegenburg, que acaba de igualar la plusmarca mundial de Wszola, con 2,35, hará perder un aliciente increíble a la prueba, en caso de que hasta Yaschenko, el ex recordman, con 2,34 -pero 2,35 igualmente en písta cubierta-, también se recuperase de su lesión y pudiese participar. Otra lástima aislada alemana, que deja a los soviéiicos la posibilidad de ir al copo absoluto, será la de Riehm en martillo, que intentaría recuperar su plusmarca mundial ante Sedyk y Litvinov, en un duelo «a todo lo largo» del estadio, cerca de las calles contrarias a la jaula de lanzamíentos, y por encima de los ochenta metros.

Otras pruebas en las que la lucha nunca celebrada con los países socialistas pasará como una pérdida irreparable serán la pértiga -con Tully y Jessee, sobre todo, contra Vigneron, el nuevo recordman mundial, con 5,75 metros; el resto de franceses, Kozakiewiez y Volkov- y el decathIon, entre otro nuevo recordman, Daley Thompson, y el destronado a nivel europeo, el alemán federal Krastchmer, medalla de plata en Montreal tras Bruce Jenner, cuya marca ha durado casi un ciclo olímpico. Bill Rodgers hubiese podido confirmar al fin olímpicamente sus triunfos a pares en las maratones de Nueva York y Boston, con marcas magníficas, y hasta Oldfield, en peso, recalificado tras su profesionalismo, o Mac Wilkins, en disco, triunfador este último en Montreal -difícil era ya pensar ahora en un quinto éxito olímpico de Alfred Oerter-, quizá habrían podido sorprender a los alemanes orientales Beyer y Schmidt. Sólo en pruebas como lajabalina, las de marcha atlética e incluso el triple, ni estadounidenses ni alemanes occidentales, salvo sorpresas grandes, hubiesen inquietado a los favoritos: el húngaro Paragi, también reciente plusmarquista de jabalina; los marchadores mexicanos y soviéticos, con Llopart y Marín en la gran esperanza española, y el brasileño Oliveira en el triple.

El daño en el atletismo femenino será mucho menor. Sólo la falta de la velocista Evelyn Ashford -doble ganadora de 100 y 200 metros en la Copa del Mundo de Montreal- se dejará notar. Su duelo con la recordwoman Marlies Goehr se ha frustrado. La alemana oriental, como el resto de sus compatriotas, ni siquiera tendrán alguna que otra alemana federal que las incordie -velocistas como la Richter, por ejemplo, oro en 100 y plata en 200 en 1976- tanto a ellas como a las soviéticas y restantes «socialistas», que se podrán repartir así prácticamente todos los títulos. Tampoco estará la saltadora de altura canadiense Debbie Brill en la disputa Simeoni-Ackerman, o la noruega Grete Weitz en las pruebas de fondo contra soviéticas, ru-nanas y búlgaras.

Cabe señalar que si nos atuviéramos a los récords mundiales superados hasta ahora este año, quince en total, de los que sólo tres -el británico Thompson en decathlon, el alemán Moegenburg en altura y el francés Vigneron en pértiga- de países no socialistas, el boicoteo parecería no afectar a priori. Pero tampoco se puede olvidar que los norteamericanos casi nunca han realizado plusmarcas antes de los Juegos, ni siquiera en sus pruebas de selección, sino en ellos. Moscú será esta vez una misión imposible.

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