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El Parlamento italiano investiga al jefe del Gobierno por presunta ayuda a la fuga de un terrorista

Juan Arias

El caso del hijo terrorista de Carlo Donat-Cattin, vicesecretario de la Democracia Cristiana, uno de los líderes de la DC más anticomunista y que jugó un papel determinante en derrocar al ex-secretario del partido Benigno Zaccagnini, ha estallado con toda la fuerza, poniendo incluso en peligro al Gobierno. La comisión de investigación del Parlamento decidió ayer convocar nada menos que al presidente del Consejo de Ministros, Francesco Cossiga, después de que un juez de Turín planteara la hipótesis de connivencia del jefe del Gobierno en la fuga del terrorista Cattin.

El presidente Pertini, en visita de Estado a España, señaló, en un comunicado emitido en Barcelona, que «Cossiga no puede dejar de someterse al juicio de la comisión, por respeto a las competencias del Parlamento... Si la comisión investigadora no se pronuncia a favor de la falta de fundamento de la acusación, el jefe del Gobierno deberá dimitir y someterse al juicio del tribunal constitucional».El presidente Cossiga, que podría ser acusado de haber informado a Donat-Cattin que su hijo Marco iba a ser detenido bajo acusación de «homicidio múltiple» y de ser uno de los dirigentes de la importante organización terrorista Primera Línea, estuvo esperando toda la noche del pasado jueves ser convocado de un momento a otro. Pero la comisión lo hizo en la mañana de ayer, ya que casi toda la noche la pasó interrogando a Donat-Cattin y al terrorista amigo del hijo, que es quien dijo en la cárcel a los jueces de Turín que había sido el presidente del Gobierno, Cossiga, quien advirtió a su compañero de partido de lo que sucedía con su hijo.

Donat-Cattin, según las impresiones que circulaban ayer, ya que la comisión actúa a puerta cerrada, bajo el más absoluto secreto, ha confesado que se encontró con el terrorista Roberto Sandalo, para que a través de él su hijo Marco pudiera ser informado de que la Magistratura iba a firmar un mandamiento de detención bajo la acusación de delitos por los que la ley italiana pide cadena perpetua.

Pero Donat-Cattin negó que la noticia se la diese Cossiga. Afirmó que la recibió en un sobre cerrado y anónimo. Pero resulta que las confesiones del terrorista arrepentido, Pecci, donde se descubría la identidad politicaa del hijo de Donat-Cattin, las tenía sólo el presidente del Consejo y la Alta Magistratura. Cossiga fue interrogado ayer por la comisión durante más de tres horas. Al final, en un encuentro con los periodistas, se negó a hacer declaraciones, afirmando solamente con voz conmovida: «Puedo sólo decirles que tengo la conciencia tranquila, y que durante toda mi vida siempre he antepuesto mi deber a la amistad».

La comisión decidió votar hoy por la mañana para dar tiempo a una mayor reflexión. Las fuerzas políticas advirtieron ayer que, si la comisión intenta dar un carpetazo al asunto, se recogerán firmas para que el asunto sea discutido en el Parlamento.

Lo cierto es que el asunto se pone feo, porque la opinión pública se pregunta si ante el terrorismo y ante quienes siembran la muerte en el país puede haber dos pesos y dos medidas diferentes.

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La gente se pregunta cómo es posible que la familia de Donat-Cattin tuviera impunemente relaciones con terroristas y por qué han tenido que ser privilegiados los familiares de un político cuando tantas otras familias de presuntos terroristas tienen que sufrir el dolor y la humillación.

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