Inseguridad

No podemos hablar en los momentos actuales de una seguridad popular o de un movimiento consciente de repulsa de los actos terroristas que se vienen produciendo en nuestro país. Las últimas manifestaciones populares que se han venido desarrollando en la capital de España, y que han terminado en sangre, vienen a demostrarnos la necesidad de una profunda reforma de la acción policial y de la política de seguridad y antiterrorismo. Si el nuevo ministro del Interior conseguirá o no terminar con la inseguridad ciudadana que nos contempla es una cuestión que aún tardaremos mucho tiempo en saber; pero queja urgencia de las medidas no es invención es algo, asimismo, que tampoco consiente, duda.

Una acción antiterrorista ha de pasar por un profundo estudio de los actuales cargos de la policía, los tribunales y también los puestos políticos que sobre ellos mandan. De lo contrario, no esperemos que la sociedad, maltratada e insegura, consienta por mucho tiempo esta situación desesperada y preocupante.

Aunque no quisiera terminar esta carta con tópicos, no puedo dejar de pensar que, en todo caso, la culpa, el principal culpable, sería del Gobierno, que no es capaz, en tal caso, de cumplir con su función./