Mínima presencia española en un mercado de más de 15 millones de consumidores
Las fotografías de Lenin conviven pacíficamente con los reclamos de la Coca-Cola en los escaparates de Praga. Sanyo, Henkei, Cinzano, Clirysler France, Philips, Bayer y hasta la mismísima Christian Dior, tan solo por citar algunas marcas «capitalistas», han sentado sus reales en este mercado socialista -«los negocios son los negocios»- de quince millones y medio de consumidores.
Los intercambios entre España y Checoslovaquia en 1979 ascendieron a unos 75 millones de dólares, una cifra ridícula que supone una participación checoslovaca de aproximadamente el 0,2% en el comercio exterior español,- y de un 0,3% la participación española en el comercio exterior checo. Josef Keller, vicedirector de Comercio Exterior con los países industrializados de Occidente no integrados en la CEE, reconoció lo minúsculo de los intercambios mutuos -en conversación con EL PAIS- «que están muy lejos de las posibilidades y potencialidad de ambas naciones. Mi Gobierno está, muy interesado en incrementar los intercambios y si esto no sucede, no es porque existan obstáculos políticos o económicos, sino por las escasas iniciativas emprendidas por los empresarios españoles en nuestro país».Desde la tesis del necesario equilibrio de la balanza comercial entre ambos países, ligeramente favorable a España en los últimos años, el incremento de las compras checoslovacas en nuestro país -dada la necesidad de divisas- está condicionado a nuestras ventas al mismo. Los checos tienen una imagen turística de España, comentó el señor Keller, e ignoran su desarrollo industrial. Los pequeños y medios empresarios españoles tienen que estudiar con mucha precisión los gastos de preparación del mercado checo a sus productos -y están urgidos siempre de alcanzar el éxito- con rapidez.
Las firmas españolas que operan en Checoslovaquia (Hermanos Pascual, Coofasa y Eudigo Canarias y alguna más) no se muestran muy propicias a hacer declaraciones, «porque pueden sentar mal a los checos y repercutir en nuestros negocios». A nivel privado hablan de burocracia, de lentitud en el cobro de las operaciones y de las complicaciones que genera el cambio político de la corona checa con respecto al dólar.
Las principales exportaciones checas a nuestro país han consistido hasta el momento en maquinaria textil, rodamientos, motores diesel, máquinas-herramienta (Tos y Skoda), tractores Zetor, bisuteria de Jablonex, cristal tallado y vidrio de Bohemia, y artículos deportivos y de fantasía. Las ventas españolas a Checoslovaquia las constituyen principalmente los cítricos, las almendras y avellanas, las conservas de pescado, los vinos y, con menor peso, maquinaria, muebles, calzado, coches para niños y productos químicos.
Las autoridades checoslovacas insisten en que el crecimiento de nuestras exportaciones industriales a su país «dependen de las actividades de los exportadores españoles en el mercado checoslovaco». No obstante, tanto Josef Keller como Zdenek Cerveny, alto responsable del Ministerio de Comercio, han reconocido a EL PAIS que no ven con agrado nuestra adhesión a la CEE y que tal integración no favorece, en principio, el incremento de las relaciones comerciales hispano-checoslovacas.
Los checoslovacos están también muy interesados en desarrollar una cooperación industrial con España de cara a proyectos conjuntos en terceros países y muy especialmente en Hispanoamérica.
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