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Reportaje:

Doscientos mil holandeses se lanzan pacíficamente a las calles de Amsterdam

Soledad Gallego-Díaz

Parece evidente que los habitantes de Amsterdam han aprovechado el 35º aniversario de la liberación y la llegada de este grupo de veteranos para acentuar su rechazo a las ceremonias oficiales de entronización de la nueva reina, Beatriz I, que se celebraron hace escasamente una semana y que dieron origen a violentos enfrentamientos, con un balance final de doscientos heridos.Los 350 ex soldados canadienses, hoy respetables hombres de negocios, profesionales o comerciantes, se encontraron de repente con una multitud que les arrojaba tulipanes y se apretujaba para abrazarles y besarles, casi exactamente igual que hace 35 años. Uno de ellos, Gerald Mudge, de 67 años, entrevistado por UPI, no podía ocultar su emoción y su asombro: «Esto es fantástico. No tenía idea de que nos recordaran con tanta emoción». Murray O'Dell, de Ottawa, viajó con su mujer y creía que se trataba de una excursión casi exclusivamente turística: «Esto es increíble, verdaderamente maravilloso. Jamás hubiera creído que esto podía pasar... después de tantos años».

Muchos canadienses se echaron a llorar, abrazados a jóvenes holandeses, que terminaron también llorando. «Probablemente son los mismos jóvenes que el pasado día 30 arrasaron la ciudad», comentaba un policía, estupefacto. A escasos metros, algunas tiendas reflejaban aún en sus escaparates rotos las consecuencias del pasado enfrentamiento entre jóvenes y policías el día de la coronación.

Los veteranos tardaron más de una hora, sobre el horario normal, en conseguir llegar a la plaza del Dam, donde les esperaba el alcalde. Llorosos y emocionados, comentaban a sus esposas o a sus hijos: «Así, así nos recibieron en 1945, como héroes». Y, exactamente igual que entonces, sacaron de sus bolsillos reproducciones de aquellas barras de chocolate que repartieron entre la hambrienta población de Amsterdan y arrojaron cigarrillos. El general Bell Irving, que «comandaba» las tropas, aceptó la bienvenida oficial del alcalde y contestó: «Espero que en este mundo atribulado vuestra demostración de amistad servirá de ejemplo».

Mientras, en las calles la gente bailaba, saltaba y cantaba, celebrando con mayor participación y alegría que casi nunca el 35 aniversario de la capitulación nazi en Holanda, los veteranos, ordenadamente, entraron en el palacio real para saludar a la ahora princesa Juliana.

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