Sartre, ateo y marxista
La muerte de Sartre ha puesto de manifiesto, por desgracia, la poca sensibilidad del pueblo español ante valores religiosos y morales. Al filósofo francés se le ha exaltado desorbitadamente tanto en artículos como en cartas. No se ha tenido en cuenta que fue un pensador radicalmente ateo, y que la divulgación de sus escritos producida por esos panegíricos hará en los crístianos un daño incalculable. Fue, además, marxista y, a ratos, comunista.Sólo se ha considerado que fue -según creen ellos- un gran filósofo. Y hasta se le ha llamado «padre del existencialismo». Pero el padre de esa doctrina filosófica sabemos todos que fue el danés Soren Kierkegaard. Y que Sartre basó sus ideas en el fenomenólogo alemán Edmundo Husserl y, sobre todo, en el también alemán Martin Heidegger, mucho más profundo que él. Y que en la misma Francia se le adelantó en el campo existencialista Gabriel Marcel.
Si següimos a dos notables historiadores actuales de la filosofia, González Alvarez y Julián Marías, tenemos lo siguiente: dice el primero: «Sartre nos ofrece una versión francesa de la doctrina de Heidegger». Escribe Marías: «Una posición distinta -de la de Marcel- influida decisivamente por Husserl y, sobre todo, por Heidegger, es la de Jean-Paul Sartre». Sartre es el espíritu más perversamente antirreligioso desde los días de Nietzsche. Este proclamó la muerte de Dios; pero Sartre no necesitó proclamarla, porque le negó rotundamente la existencia./
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