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Gibraltareños residentes en Gran Bretaña preocupados por las negociaciones con Madrid

El desasosiego causado entre la población gibraltareña por las conversaciones celebradas recientemente en Lisboa entre los ministros de Asuntos Exteriores español y británico, Marcelino Oreja y lord Carrington, respectivamente, fue puesto ayer de manifiesto en una significativa carta dirigida al influyente diario independiente The Times.El presidente de un grupo de presión gibraltareño en Inglaterra, denominado Gibraltar Group, Albert A. Poggio, se queja en una carta dirigida al diario londinense de que España sólo ha accedido «a suspender las restricciones, lo que representa que las pueden imponer de nuevo».

Poggio se lamenta amargamente, de que lord Carrington ha actuado «por encima del jefe de Gobierno de Gibraltar, y en contra de los puntos de vista de los miembros de la asamblea gibraltareña. De ahí que el resultado de las conversaciones de Lisboa sea motivo de profunda preocupación entre la Población de Gibraltar». El Gibraltar Group es una asociación de gibraltareños residentes en Gran Bretaña, creada con el objetivo de presionar a los parlamentarios británicos en contra de todo intento que suponga un cambio del actual estatuto de la Roca.

Por el contenido de la carta, que The Times titula simplemente «puntos de vista» sobre Gibraltar, se deduce claramente que las futuras negociaciones entre España y Gran Bretaña sobre el porvenir de la colonia británica -la única existente en Europa-, han causado una gran inquietud entre los habitantes de la Roca, que no desean en forma alguna que el tema de la soberanía se trate en las conversaciones.

El texto de la carta es lo suficientemente ilustrativo de esos temores: «Bajo las circunstancias actuales, los gibraltateños temen sobre lo que les pueda aguardar en el curso de unas negociaciones en las que se incluye la transferencia de la soberanía británica a España».

La preocupación es comprensible si se considera que por primera vez un Gobierno británico ha accedido a iniciar « negociaciones », cuando en el pasado siempre había descrito los contactos entre Londres y Madrid como meras «conversaciones».

Después de recordarnos las repetidas ocasiones en las que los 19.000 habitantes de Gibraltar han expresado sus deseos de seguir siendo británicos, Poggio enuncia una teoría nueva para la solución definitiva del problema de Gibraltar, que, naturalmente, excluye toda intervención española. «¿No es hora», se pregunta Poggio, «de que el Gobierno de Su Majestad actúe de acuerdo con los deseos del pueblo de Gibraltar y establezca una relación permanente con la Roca sobre la base del estatuto especial de que gozan las islas del canal?

La teoría es nueva y hábil, aunque ignore totalmente las circunstancias históricas que rodean la conquista de Gibraltar y el tratado de Utrecht, único instrumento legal vinculante a los dos países.

Las islas del canal, Jersey, Guernsay, Alderney- y otras pequeñas, constituyen las únicas posesiones británicas del antiguo ducado de Normandía, y, junto con la isla de Man, en el mar de Irlanda, están consideradas como dependencias de la Corona, que no son parte del Reino Unido. Por tanto, no tienen representación en el Parlamento de Westminster, cuentan con sus propias asambleas legislativas, administración local, impuestos y tribunales. La Corona está representada por la figura de un teniente-gobernador y, lo más importante, gozan de una relación especial con la Comunidad Económica Europea.

A este respecto conviene recordar las manifestaciones recientes del ministro principal de Gibraltar, sir Joshua Hassan, cuando manifestó que consideraba «una venganza que la colonia no estuviera representada en el Parlamento europeo.

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