Simulacro de accidente nuclear en Sevilla
La decepción de un público habituado a la espectacularidad de las películas de ficción científica y al que nadie le explicó el desarrollo del ejercicio fue la característica principal de la primera demostración de defensa nuclear que ha tenido lugar en España. El simulacro se hizo en Sevilla y con él quedó clausurado el curso organizado por la Academia de Protección Civil para cincuenta alumnos de esta ciudad.La prensa local había levantado expectación en algunos sectores ciudadanos anunciando que una bomba de mentirijillas caería en plena plaza de España. Ni siquiera fue de mentirijillas. En realidad, el supuesto peligro era un ingenio aeroespacial que, con materiales radiactivos, ha ido perdiendo altura y se ha desintegrado al volver a la atmósfera, existiendo el riesgo de que algún trozo fuese a parar a la sevillanísima plaza. «Si se tratara de una bomba de verdad, mejor sería que rezáramos una salve», comentaba el gobernador civil de Sevilla, Luis Fernández.
De modo que el personal de a pie, que acudió con gran curiosidad, sólo pudo observar, a distancia, que equipos de hombres con trajes blancos «como de astronautas» y cascos del mismo color y llevando banderolas azul-amarillas con las siglas PC (Protección Civil) se acercaban cuidadosamente hasta la fuente central de la plaza de España. Más tarde aparecerían otros regando parte del recinto y, por fin, un furgón de la limpieza pública, en el que se introducía una caja sacada de la fuente. Algunos espectadores aplaudían de broma.
Un simple sistema de altavoces hubiese bastado para explicar al público que la defensa nuclear descansa sobre tres pilares y dar un sentido a las maniobras y movimientos que se estaban desarrollando.
La primera de estas bases es la red de estaciones de alerta a la radiactividad que cubren el territorio nacional (2.500 estaciones fijas). De ellas existen 54 en la provincia de Sevilla, en los puestos de la Guardia Civil, aunque por falta de medios económicos no pueden funcionar todas simultáneamente. Su misión es medir la radiactividad de la atmósfera.
En el simulacro en cuestión se supone que las estaciones han dado ya la voz de alarma y las FOP han acordonado la zona, para impedir el paso de la población civil, por lo que empieza a actuar el segundo elemento de la defensa: los equipos de delimitación. Son los presuntos astronautas de los trajes especiales, botas, casco y manoplas.
Por medio de radioteléfonos, estos equipos van transmitiendo sus datos al centro de cálculo y trazado, que elabora las gráficas de intensidad e informa a la población civil habitante de las zonas nuclearizadas sobre las normas a seguir. Es el tercer componente del sistema de defensa. Una vez abierto el camino adecuado para llegar hasta el artefacto entran en acción los equipos de intervención, que descontaminan la vía al ingenio mediante el uso de detergente y recogen los restos en un vehículo especial.
Los equipos que intervienen serán más tarde trasladados a una estación de descontaminación y sometidos a reconocimiento médico. Y así concluye un ejercicio muy útil y muy aburrido.
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