Carta abierta de Küng al Papa sobre el celibato obligatorio

Ayer se publicó contemporáneamente en Italia, Francia y Estados Unidos el texto íntegro de una carta del teólogo suizo Hans Küng a Juan Pablo II, en la cual le pide que elimine el celibato sacerdotal obligatorio. «Se trata sólo de un debate cultural», ha afirmado Küng ayer mismo, «ya que sigo afirmando mi gran respeto y obediencia al Papa».

En esta carta, que, al parecer, había sido entregada por el obispo del teólogo al Papa hace casi un año, el catedrático de Tubinga hace grandes elogios al papa Wojtyla, llegando a afirmar «que desea lanzar con coraje un nuevo humanismo cristiano». Pero inmediatamente le lanza toda una serie de preguntas, que son un examen de conciencia al mismo Papa. Le pregunta Küng que «cómo puede ser creíble una iglesia que defiende externamente los derechos del hombre y después los encadena al interno de la misma Iglesia».De esta carta, el teólogo Küng, el más leído en el mundo laico y el más discutido y temido en el mundo católico, no tuvo nunca respuesta. En una entrevista ha afirmado que a su obispo, el Papa se limitó a decir: «Küng desea sólo imponerme su voluntad».

En esta carta, que en Italia, Corriere della Sera, el primer diario de la nación, ha publicado a toda página, el teólogo suizo le pregunta al Papa si los católicos pueden ser creíbles cuando reprochan los errores al mundo capitalista y al mundo comunista, y al mismo tiempo «no corrigen ni confiesan en la práctica los innegables errores de la Iglesia». ¿Cómo se puede intervenir a favor del hambre del Tercer Mundo, si después no se deja a los esposos la libertad de conciencia de controlar los nacimientos? ¿,Cómo se pueden defender los derechos de la mujer en la sociedad, si después se le impide en la Iglesia llegar al sacerdocio? ¿Cómo se puede hablar de ecumenismo, si después de mil años de separación se sigue impidiendo la intercomunión? Y finalmente, el problema del celibato obligatorio para el clero católico de rito latino. Hans Küng le pregunta al Papa que cómo se puede hablar de pastoral activa de la Iglesia, cuando tantas parroquias en el mundo se están quedando sin cura y sin eucaristía porque miles de sacerdotes se han ido a causa del celibato y miles de jóvenes preparadísimos no abrazan el sacerdocio por el mismo motivo. Le recuerda como histórico que el celibato es un carisma de la Iglesia, pero que su obligatoriedad fue una cosa extraña a Cristo y a los apóstoles y a los primeros mil años de cristianismo, ya que el mismo san Pablo recomendaba a los obispos que para dar ejemplo «tuvieran una sola mujer».

Afirma que la Iglesia primitiva, cuando llamaba a una vida ascética y hasta heróica, nunca se le ocurrió pensar que el matrimonio del clero pudiera ser un impedimento a la santidad, y, por fin, le dice al Papa que no se puede olvidar que el matrimonio es un sacramento y, sobre todo, un derecho de todo ser humano, y que la Iglesia misma siempre ha defendido este derecho.

En la carta, Küng, indirectamente, critica también a Pablo VI, el cual, mientras impidió que el concilio tratase el asunto del celibato como deseaban muchos obispos de todo el mundo, después, para defenderlo, se acogía al concilio.

El teólogo suizo propone al Papa Juan Pablo II que encargue a una comisión internacional este asunto antes de zanjarla de nuevo definitivamente durante su pontificado.