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Reportaje:Turquía, el "hombre enfermo de Europa" / 1

Sólo una masiva ayuda occidental puede resolver la crisis económica turca

Los países miembros de la OCDE deben anunciar hoy, martes, en París, el volumen de la ayuda económica que Occidente está dispuesto a facilitar al Gobierno de Ankara se aventura la cifra de 1.200 millones de dólares, cantidad que los expertos creen útil para suavizar las dificultades, pero ínfima para una solución real de los graves problemas económicos de Turquía. En cualquier caso, la ayuda de la OCDE no llegará sola y Estados Unidos y la República Federal de Alemania se han declarado dispuestos a acudir en auxilio del país más oriental de la Alianza Atlántica, vínculo entre Asia y Europa y llave del Mediterráneo, en el Bósforo y los Dardanelos, para los navíos soviéticos.El Gobierno conservador, presidido por Suleyman Demirel, de, 55 años, un político que Ocupa, por sexta vez, la oficina del primer ministro y que gobierna desde el pasado noviembre en minoría parlamentaria, solicitó esta ayuda occidental, al tiempo que recordaba la importancia estratégica de Turquía para la OTAN, organización a la que pertenece desde hace casi treinta años.

En efecto, tras la revolución iraní y la intervención militar soviética en Afganistán, la estratégica situación de Turquía ha experimentado una revalorización espectacular. Una vez desaparecido el régimen del sha Reza Pahlevi, Turquía es el único país aliado de Estados Unidos que tiene frontera directa (unos setecientos kilómetros) con la Unión Soviética.

A finales de marzo, Turquía y Estados Unidos firmaron un nuevo pacto defensivo, en el que los turcos consiguieron introducir limitaciones a la utilización de una docena de bases militares y de comunicaciones dentro del marco de la OTAN. Aunque condena públicamente la intervención soviética en Afganistán, el Gobierno de Suleyman Demirel quiere mantener relaciones amistosas con la URSS y pone trabas a los vuelos de los aviones-espía U-2 norteamericanos.

«La invasión soviética de Afganistán confirma que la idea del Tercer Mundo era una utopía inviable. Por eso, Turquía está integrada en la OTAN desde 1951 », comenta en Ankara el secretario general del Partido de la Justicia, en el poder, y cinco veces ex ministro, Nahit Mentese.

El Partido de la Justicia, creado en 1961, lleva una quincena de años alternándose en el poder con el Partido Republicano Popular, encabezado por Bullent Ecevit, y miembro de la Internacional Socialista. Los dos grandes partidos turcos no habían conseguido ponerse de acuerdo la semana pasada. para la elección de un nuevo presidente de la República, después de que Fahri Koroturk cesara en su cargo el pasado 6 de abril, al cumplirse su mandato improrrogable de siete años. Las estériles votaciones en la Gran Asamblea Nacional (conjunto de las dos Cámaras legislativas) y la interinidad en la Jefatura del Estado, ocupada según lo dispuesto en la Constitución por el presidente del Senado y ex ministro de Asuntos Exteriores, Ishan Sabri Caglayangil, contribuían a avivar la atmósfera de crisis.

El Partido Republicano Popular, que salió del poder en el otoño pasado, principalmente a causa de su impotencia ante la escalada terrorista y las dificultades económicas, viene haciendo llamamientos para la formación de un Gobierno de coalición, único modo, asegura, de salvar el país del caos. Los conservadores de Demirel, con unas elecciones ganadas hace apenas cinco meses, hacen oídos sordos a las Ramadas de los socialdemócratas de Ecevit y se embarcan en un plan de austeridad económica y de drásticas reformas, al tiempo qué auguran que «en dos o tres áños la economía turca será completamente viable».

Un plazo muy largo para un país donde la frustración y el descontento del ciudadano medió saltan a la vista. El comerciante del Bazar Cubierto, de Estambul ofrece a sus clientes el tradicional café turco mientras negocia la venta, pero advierte que ha conseguido un kilo de café en el mercado negro, pagando más de cinco veces su precio habitual, y acusa de ello a los gobernantes que no tienen cabeza».

Turquía no se recuperó nunca de la crisis del petróleo de 1973-1974. Es más, desde entonces las cosas han ido de mal en peor, con Ecevit y Demirel alternándose en el Gobierno. La violencia política, los extremismos de derecha e izquierda, que han causado más de 3.000 muertos desde 1978, encuentran un excelente caldo de cultivo en esa frustración, en el paro y la miseria en que vive una buena parte de los 47 millones de turcos.

Mientras que un alto funcionario gubernamental asegura que el país estaba en la bancarrota total a la salida de los socialdemócratas de Ecevit y que el Gobierno de Demirel. ha conseguido resolver los problemas más acuciantes, en la sede ,del Partido Republicano Popular se esgrimen porcentajes de alza de precios (la carne un 300% en cuatro meses; los fertilizantes, un 750%) y se acusa al Gobierno de empobrecer aún más al país, para atender las exigencias del Fondo Monetario. Internacional y de la banca extranjera, que quieren en Turquía un modelo económico acorde con sus intereses.

La ayuda exterior aparece como la única medicina capaz de curar, o aliviar al menos, la grave dolencia económica del. hombre enfermo de Europa. Pero para obtener éxito debe aplicarse a Turquía una gigantesca operación internacional de rescate, posiblemente la mayor dirigida a un solo país desde el fin de la segunda guerra mundial. Aunque las estimaciones son muy dispares, se habla de una lluvia de créditos, préstamos a bajo interés y meras donaciones por un total de 15.000 millones de dólares.

Un joven funcionario gubernamental de Estambul se muestra ,escéptico ante esta ayuda internacional y recuerda que en su reunión de la isla de Guadalupe, en enero de 1979, los dirigentes de las cuatro grandes potencias occidentales discutieron un plan de auxilio económico a Turquía, justamente en vísperas de la revolución iraní. «Ese plan no ha impedido que las cosas vayan aquí cada vez peor y que el país esté hundiéndose cada día más», asevera el funcionario.

No son de la misma opinión en la sede central del Partido de la Justicia, en Ankara. «La ayuda internacional nos permitirá comprar materias primas y que las industrias vuelvan a funcionar a pleno rendimiento. Tenemos la luz verde del Fondo Monetario Internacional y un mayor margen para maniobrar», señala el secretario general del partido.

El ministro de Finanzas de la. RFA, Hans Matthoefer, que visitó dos veces Ankara en poco más de un mes, declaró rotundamente en una conferencia de prensa que Bonn está dispuesto a «proporcionar toda la ayuda necesaria para garantizar el éxito del programa de recuperación económica de Turquía»,

Pero con ser extremadamente grave, la crisis económica no es el único problema que existe en un país que un reciente informe del Senado norteamericano describía como al borde del caos o de la dictadura militar.

Próximo y último capítulo: El terrorismo, un componente habitual en la vida cotidiana.

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