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Reportaje:

El Gobierno británico insiste en su voluntad de desbloquear el problema de Gibraltar

El ministro británico de Asuntos Exteriores, lord Carrington, declaró ayer en Lisboa a su homólogo español, Marcelino Oreja, que el Gobierno del Reino Unido está decidido a buscar una solución al problema de Gibraltar, pero teniendo en cuenta la voluntad del pueblo gibraltareño. El jefe de la diplomacia española dijo a Carrington que el momento actual es ideal para buscar una salida a este conflicto que daña las relaciones bilaterales de ambos países y que considera interesantes las ideas que una y otra parte han desarrollado sobre Gibraltar y suficientes para que pueda iniciarse una negociación. Ambos ministros, que conversaron ayer durante 45 minutos, volverán a debatir la cuestión gibraltareña en la mañana de hoy.

Tres cuartos de hora duró la segunda conversación formal que Marcelino Oreja y lord Carrington han mantenido sobre Gibraltar. La reunión tuvo lugar en una pequeña sala del Palacio de las Necesidades de Lisboa (Ministerio lusitano de Asuntos Exteriores), conocida como la sala de la reina, y a ella asistieron los ministros, acompañados de sus íntimos colaboradores, que siguieron en silencio el desarrollo del diálogo Carrington-Oreja, a lo largo de 45 minutos, en los que ambos políticos hicieron una declaración general de las posiciones de una y otra parte, que hoy se espera que serán analizadas en detalle en un nuevo encuentro que los ministros mantendrán a partir de las diez de la mañana de hoy.

Búsqueda de soluciones

A pesar de la brevedad y de las exposiciones generales presentadas por una y otra parte, fuentes bien informadas próximas a la reunión destacaron dos ideas centrales de la posición británica: que lord Carrington y su Gobierno están decididos a buscar una solución a la crisis de Gibraltar y que el Reino Unido mantiene su pretensión de que la opinión de los gibraltareños sea decisiva a la hora de intentar dar movilidad a la discusión. Al parecer, Carrington habría pedido a Oreja, con insistencia, que creyera en la buena fe del Gobierno británico y en su deseo de desbloquear el tema, lo que constituye un gesto importante (similar en el fondo a las declaraciones que en este sentido ya hiciera su predecesor, el laborista David Owert) e insistió en que hay que contar con los gibraltareños. Carrington pidió que el Gobierno español haga esfuerzos para aproximarse a los habitantes de la Roca y se declaró, por último, satisfecho del paulatino acercamiento de España a la política occidental.Por su parte, el ministro Oreja expuso una vez más la posición española, insistiendo en la idea de que España no puede esperar ya mucho tiempo y de que consideraba el momento actual como el más adecuado. Al parecer, Oreja solicitó la apertura de negociaciones, declaró la predisposición del Gobierno y del Congreso español en favor del restablecimiento de las comunicaciones terrestres de la Roca si las negociaciones se aproximan, e insistió en la idea de que ambas partes tienen ya ideas suficientes e interesantes como para empezar a buscar una salida formal al problema. El ministro español recordó que este tema impide el que las relaciones hispano-británicas no hayan alcanzado su máximo nivel de desarrollo y las obliga a permanecer por debajo de sus posibilidades. En relación con el tema de la situación de los gibraltareños, Oreja habría dicho a Carrington que la nueva situación política española permitirá encontrar una solución apropiada para el pueblo de Gibraltar en el marco de la Constitución y dentro de la política autonómica del Gobierno.

Ambiente cordial

La discusión transcurrió en un ambiente distendido, en el que no faltaron algunas carcajadas por parte de los asistentes. Lord Carrington propuso a Oreja una segunda reunión, más técnica y más amplia, para el día de hoy, que se celebrará durante alguno de los intervalos de las discusiones del comité de ministros del Consejo de Europa, que ha convocado desde ayer la presencia en la capital lusitana de los primeros responsables de la política exterior de dieciséis países europeos y de tres secretarios de Estado para debatir el nivel actual de las relaciones Este-Oeste. También fue Carrington quien sugirió a Oreja la idea de que no hicieran ninguna declaración a los medios informativos al término de la reunión de ayer y a la espera de las conversaciones previstas para hoy.En efecto, al término del encuentro, Oreja y Carrington se limitaron a anunciar su compromiso de silencio y la decisión de que celebrarían una segunda reunión.

Los gibraltareños, escollo esencial

A la vista de este primer encuentro puede decirse que los gibraltareños constituyen el primer obstáculo para la apertura formal de la negociación pedida por España y respaldada por las Naciones Unidas. Lord Carrington ha insistido, desde su llegada a Lisboa en que el Gobierno británico no va a tomar una decisión que excluya la voluntad gibraltareña, y anima a España a buscar fórmulas de acercamiento con la población del Peñón y, sobre todo, la eventual decisión hispana de restablecer las comunicaciones con la Roca.Por su parte, Marcelino Oreja insiste en que la población de Gibraltar no tiene entidad jurídica, que el Tratado de Utrecht es una cuestión bilateral entre los reinos de España y Gran Bretaña, y que, aunque reconoce la peculiaridad de los habitantes de la Roca, éstos no deben influir en el destino de la soberanía del Peñón. Oreja intentará hoy, sin duda, obtener una clara respuesta británica a sus propuestas de negociación y apertura simultánea de la verja (con permiso de pernoctar en la Roca para los trabajadores españoles).

No se sabe cuál puede ser la fórmula mágica que compendie las dos posiciones. Hoy será, desde luego, una fecha clave. Se espera firmeza de Madrid, aunque no prisas, para solicitar una respuesta definitiva británica. En todo caso, sí parece cierto que si Londres se vuelve a encastillar frente al principio de la negociación pedido por Madrid, el Gobierno español volverá a presentar sus reivindicaciones ante los organismos internacionales.

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