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La CEE ha duplicado los fondos para investigaciones energéticas

Soledad Gallego-Díaz

La Comunidad Económica Europea (CEE) ha duplicado los fondos para la inversión de nuevas formas de energía y, muy especialmente, para el desarrollo de varios proyectos en materia de energía solar. Si durante el período 1975-1979 se dedicó a la energía solar un presupuesto de poco más de 1.500 millones de pesetas, de aquí a 1983 sé invertirán casi 5.000 millones. La CEE ha pedido a los países miembros que realicen un esfuerzo en este campo y ha hecho públicos sus proyectos para el próximo cuatrienio.

Los técnicos varían en su apreciación dé los resultados inmediatos de la energía solar: para unos, antes del año 2000, del 5% al 10% del consumo energético comunitario podría proceder del aprovechamiento de los rayos solares, mientras que para otros estas expectativas deben reducirse al 2% o 3%. Todos, absolutamente todos, coinciden en que lo posibilidades que ofrece la energía solar se incrementan día a día.Los investigadores contratados por la CEE han puesto a punto un atlas solar que será publicado próximamente y en el que se recogen las radiaciones recibidas por la Europa de los nueve, mes a mes. Las mejores esperanza se cifran en la primera central térmica solar, construida en Adrano (Sicilia) con una potencia de un megavatio, y en los trabajos para el abaratamiento de los costes de las células semiconductoras, que funcionan incluso con cielo cubierto, permitiendo convertir en electricidad la luz solar. La CEE financia cuatro proyectos piloto de cinco kilovatios, tan dispares como asegurar por este procedimiento el abastecimiento eléctrico de un refugio de alta montaña en los Alpes y el de una estación terrestre de control de satélites, en Gran Bretaña.

"Biomasa" o "energía verde"

Uno de los campos de investigación que según los investigadores comunitarios recibirá en los años ochenta un impulso más importante es el denominado biomasa o energía verde, por el que se convierte en gas materia orgánica nacida de la energía solar por fotosíntesis.

La biomasa podría reemplazar al petróleo en prácticamente todas sus aplicaciones y asegurar a corto plazo un 5% de las necesidades europeas. Entre otros proyectos, se estudia la conversión gaseosa de deshechos, la explotación energética de bosques actualmente no utilizados (sólo en Francia hay cinco millones de hectáreas) y el establecimiento de cultivos fotosintéticos (algas y árboles de rápido crecimiento) en suelos pobres o tierras marginales.

Las primeras ofertas de la CEE para sufragar trabajos de investigación en este campo han tenido una magnífica acogida. Ciento treinta y siete empresas solicitaron apoyo, y veintiséis de ellos lo han recibido, para llevar a cabo trabajos de investigación.

Pero si la energía solar es la reina de las nuevas fuentes energéticas, la Comunidad Europea no desiste de encontrar otras fuentes aprovechables, se podría decir que buscando incluso «debajo de las piedras»: la geotermia, por ejemplo. Trece proyectos distintos están siendo sufragados con fondos comunitarios en Bélgica, Dinamarca, la RFA y Holanda.

Fusión nuclear

Los nueve se encuentran en el pelotón de cabeza de la investigación mundial sobre la fusión, proyecto al que se han sumado Suecia y Suiza, países no miembros de la CEE. La fusión -opuesta a la fisión, procedimiento por el que se fabrica actualmente la energía nuclear y que no ofrece ninguno de sus inconvenientes- tropieza con una dificultad enorme: cómo alcanzar las altísimas temperaturas necesarias para que se produzca la reacción y cómo almacenar esa energía. La estructura experimental más prometedora es, a juicio de los técnicos europeos, el tokamak, «recipiente» inventado por la Unión Soviética y sobre cuyo prototipo la CEE sufraga la construcción del jet más potente del mundo, que se levantará en Culham, cerca de Oxford (Gran Bretaña).

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