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El Ejército portugués no pactará con los partidos políticos

Las Fuerzas Armadas (FF AA) portuguesas no establecerán en el futuro ningún pacto constitucional con partidos políticos.La afirmación es del coronel Vitor Alves, portavoz del Consejo de la Revolución, y causó cierta sorpresa en Lisboa.

Parecía establecido -ya se habían pronunciado en este sentido todas las fuerzas políticas, con excepción tal vez del Partido Comunista- que el actual pacto constitucional entre el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) y los partidos políticos, consagrado por la Constitución de 1976, expiraba con el «período de transición» de la primera legislatura, a 15 de octubre de 1980.

Las declaraciones del portavoz del Consejo de la Revolución deben ser entendidas como una respuesta anticipada a las fuerzas políticas que declararon ya su intención de escoger un militar como candidato a la presidencia de la República o de «negociar» su apoyo a un eventual candidato militar independiente.

El semanario Expreso atribuyó al primer ministro, Francisco Sa Carneiro, la propuesta de un diálogo sobre la jerarquía militar, acerca de la elección del candidato militar a apoyar por la coalición de Alianza Democrática, candidato que debería, por su parte, manifestar públicamente su adhesión al proyecto político y constitucional de la actual mayoría.

El Partido Socialista también afirmó que su apoyo a un candidato civil o militar debe ser negociado entre el propio partido y el aspirante a presidente en el proyectado «frente de la izquierda democrática».

Parece claro, después de las declaraciones del coronel Alves, que ningún militar en servicio activo, será autorizado a contraer compromisos políticos con vista a la elección presidencial, presentándose como portavoz de las FFAA. En consecuencia también, una eventual recandidatura de Ramalho Eanes se establecerá al margen de cualquier apoyo partidista. Ya en 1976, el general Eanes había subrayado no estar ligado a cualquiera de los partidos que resolvieron apoyarle, actitud que fue el origen de la posterior ruptura entre el presidente y los partidos que reclamaban para sí el privilegio de constituir la «mayoría presidencial».

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