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Entrevista:

Una joven del PCEr relata su "interrogatorio" en la Brigada Central de Información

«Mi caso no es único, y por eso lo denuncio», dice Nuria Hernáiz Valero, quien ha declarado, ante la autoridad judicial, haber sido objeto de malos tratos por parte de funcionarios de policía pertenecientes a la Brigada Central de Información. Nuria Hernáiz fue una de las diecisiete personas detenidas por la policía recientemente en Madrid como presuntos relacionados con el Partido Comunista de España Reconstituido (PCEr) y los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO). Detenida el día 25 de marzo, fue puesta a disposición judicial el Martes Santo, día 1 de abril. El juez decretó para ella y otros tres detenidos la libertad provisional. El padre de Nuria Hernáiz, Guillermo Hernaiz Campomar, funcionario del Estado, presentará querella judicial por presuntos malos tratos a su hija en los próximos días. Sobre esta semana de su detención, Nuria Hernáiz ha hecho a EL PAIS las siguientes declaraciones.«Me detuvieron el martes de la semana pasada, a las diez de la mañana, en la calle de Pinos Altas, junto a Valdeacederas, cuando acudía a una cita. Eran cuatro policías de paisano, jóvenes, a los que luego seguí viendo durante todo el tiempo. Bueno, al menos, a dos de ellos, los que me sujetaron al detenerme, que son a los que realmente recuerdo. Me introdujeron en un coche normal y me llevaron a la Dirección General de Seguridad, es decir, a la Puerta del Sol. Al llegar, me subieron directamente a la Brigada Central de Información. Allí estaban unos diez o quince hombres y, sin más, me subieron a la barra.» Así empieza Nuria Hernáiz Valero el relato de su última detención.

«La última vez que me detuvieron también me dieron con la porra en los pies, pero nunca fue como ahora. Para subirme a la barra, el martes pasado, me sentaron en el suelo del despacho. Me envolvieron los antebrazos con vendas y el jersei, luego me colocaron las esposas encima. Me pusieron en cuclillas y me pasaron la barra por detrás de las corvas y por delante de los brazos, de forma que quedé atrapada como en posición de feto, sólo que con los pies apoyados en el suelo. Luego elevaron la barra para apoyarla sobre dos mesas, y entonces yo quedé colgada de la barra, con la cabeza hacia abajo y los pies hacia arriba, descalzos. Entonces, con una porra, me empezaron a dar en la planta de los pies. Comenzaron hacia las diez y media, más o menos, lo que tardamos en llegar.

Pregunta. ¿Cuánto tiempo duraron estos golpes?

Respuesta. Todo el día, hasta la noche. Cuando estaba colgada, los dolores que más sentía eran los de las plantas de los pies, cuando me los machacaban con la porra, y en el cuello, de tanto esfuerzo por intentar levantar la cabeza.

(En los antebrazos de Nuria quedan aún heridas de la barra, así como en las rodillas, producidas por garbanzos y granos de arroz, según explica ella, y las plantas de sus pies presentan también diversas inflamaciones, así como varias uñas moradas por hemorragia interna en los dedos.)

«En la barra», añade Nuria Hernáiz, «alternaban los golpes en los pies con el balanceo. Me apretaban con la porra en el bajo vientre a fin de balancearme para que sintiera el dolor en muñecas y antebrazos. Con el balanceo, la barra produce mayor dolor. A veces, como gritaba de dolor, me metían pañuelos en la boca y me tapaban la nariz y entonces era asfixia lo que sentía. Todo mezclado, así estuvieron unas dos horas. A ratos eran un grupo de diez o más y a veces eran sólo cuatro o cinco, o tres tan sólo. La mayoría eran jóvenes de unos veinticinco a treinta años, aunque también vi a alguno de edad mayor, pero sólo me pegaban los jóvenes.

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P. ¿Qué es lo que querían saber?

R. A mí me han detenido por pertenecer al PCEr. Querían saber citas de más gente. Nombres de la gente del partido y sus responsabilidades. También me preguntaron por los que se habían marchado de la cárcel de Zamora. Todo lo que creían que yo podía saber. Pero yo he salido de la cárcel hace dos meses y apenas tenía nuevos contactos. No tenía nada que decir.

P. ¿Dónde durmió usted?

R. En la Brigada, en un sofá. No he salido de la Brigada en todos estos días, hasta la última noche. Apenas me podía mover. Me llevaban al servicio en una silla. Por la noche quedaba un policía nacional de guardia. Esa misma noche ya me dieron pomada y no me volvieron a pegar, prácticamente. Es decir, les bastaba tocarme en los puntos doloridos. Desde esa noche, aunque seguían con los interrogatorios, se dedicaron principalmente a mi recuperación.

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