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Las detenciones de futbolistas, máxima actualidad italiana

Juan Arias

El terremoto del fútbol italiano, con los «dioses» del balón encerrados en la cárcel en celdas de aislamiento, ha-dejado en segundo lugar la crisis de Gobierno y hasta el gravísimo problema del terrorismo. En Italia no se habla de otra cosa. Radio, prensa y televisión han dado a la noticia los primeros planos.Se preguntan los columnistas por qué los « niños de oro », para los que no habrá libertad provisional, han caído en la tentación. Hay quien les considera ya culpables y quien, en cambio, se dejaría cortar las manos a favor de su inocencia. Los jueces que están interrogando a los catorce encarcelados (ayer se presentó espontáneamente Casarsa) mantienen el máximo secreto, pero en círculos deportivos ya se ha filtrado que Felice Colombo, presidente del Milán, podría haber admitido la compra de un partido.

Ayer por la mañana prestaron declaración, en el cuartel de las Finanzas, veintidós futbolistas supuestamente también implicados en el tema: siete del Bolonia, cuatro del Avellino, cuatro del Taranto, dos del Lazio, dos del Palermo, dos del Nápoles y uno del Peruggia, tal vez el más importante, su delantero centro, Paolo Rossi. Mientras éste llegó entre aplausos y la expectación de centenares de jovencitas que aguardaban en la puerta, otros, como Franco Cordova, veterano jugador del Avellino, de 36 años, tuvo que soportar un buen número de insultos.

Lo que más critican los aficionados ha sido lo que llaman «la teatralidad» con que ha actuado la Magistratura. En realidad no era ni obligatoria la encarcelación, prevista en Italia sólo cuando la pena de la acusación supone diez años de cárcel, mientras en este caso es sólo de cinco años. Los jueces la han motivado diciendo que se ha tratado de una medida para que no se pudieran «ensuciar las pruebas».

Mientras tanto, en la cárcel Regina Coel de Roma, los carceleros encargados de los famosos jugadores aprovechan para, pedirles autógrafos. Ya hay quien dice maliciosamente que estos autógrafos «en la cárcel» podrían ser mañana objeto de especulaciones económicas.

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