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Del insulto, a la calumnia

«Nos muestra EL PAIS de ayer, 21 de marzo. demasiada estima de sus lectores, cuando pone paño al púlpito de su tribuna libre para esa especie de fervorín de toma de hábito ateo que Fernando Savater les predicó con el título de "Osadía clerical". Nunca la libertad de una tribuna autoriza la zafiedad en el insulto y el estallido del rencor: discursos hay que formulan un juicio también sobre el nivel de los oyentes que lo aguantan.Si el articulista recuerda haber hecho estudios "en uno de esos fabulosos negocios -suponernos que de irailes- en los que el adocenamiento intelectual. la rapacidad como meta y el conservadurismo a ultranza eran las únicas asignaturas obligatorias", o si habla de "Wojtyla como representante del Dios en que no creemos". desgracia personal del escritor es, y nos basta con lamentarla. Pero la retahíla de afirmaciones calumniosas engarzadas en el vacío no es sólo una desgracia. sino un delito intelectual, porque es una consciente estafa histórica.

Sangre por sangre y fuego por fuego, la de las guerras religiosas y el de la Inquisición caben en un dedal frente al dolor que han causado el panteísmo o el ateísmo llegados al poder en sólo un siglo de historia universal. Media plana de periódico embadurnada de "institución nefasta", "raza frailuna". "anticlericalismo como forma de higiene mental", "país de rodillas genuflexas", "enemistad con el cuerpo y la claridad", "clero intrínsecamente perverso", "mentalidad clerical pegajosa", "suntuosos diezmos en dinero","católicos por un fenómeno sociológico y una bostezante rutina", "fanatismo e hipocresía", deja todavía sin prueba alguna esa afirmación final del articulista de que, "sin Dios ni curas, son los hombres quienes deben afrontar con lucidez y determinación su condición de soledad trágica, pues es precisamente esa inestabilidad la que da paso a la creación y a la libertad humanas". Desde la "soledad trágica", el hombre no llega ni a la libertad ni a la creación, sino a la locura.»

, 22 de marzo

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