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Los Reyes inician hoy su visita a los Países Bajos

Trece millones y medio de holandeses esperan hoy un gesto histórico querido por el rey Juan Carlos. Cuando el Monarca español deposite una corona de flores ante el monumento de Guillermo de Orange, el «padre de la patria», en la plaza principal de Amsterdam, van a quedar de alguna manera cancelados más de cuatro siglos de alejamiento y recelo hacia España.

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El sentimiento de agravio histórico es quizá el único vestigio vivo en los Países Bajos de la dominación imperial española. Los holandeses de hoy todavía aprenden en sus libros de texto los horrores del duque de Alba. Su lucha contra el centralismo español del siglo XVI sigue siendo el punto central de referencia de su historia, el arranque de su guerra de liberación.En los actos solemnes, sin embargo, siguen cantando las estrofas primera y sexta de su himno nacional Wilhelmus (Guillermo). En la primera, Guillermo de Nassau dice textualmente: « ... al rey señor de España vendí yo siempre honor». En la sexta precisa « ... Haz Dios... que con ánimo fuerte venza la tiranía.»

Es la pervivencia de esta sentimentalizada relación histórica la causa de que en medios oficiales de La Haya se otorgue una trascendencia especial a este viaje, que la propia reina Juliana ha querido que se cumpliera antes de su abdicación, el próximo 30 de abril, en la, princesa Beatriz. La nueva reina de los holandeses, nacida en 1938 y gran amiga personal de don Juan Carlos, tiene por delante la difícil tarea de reemplazar a su madre en el corazón de su pueblo. Juliana, como cualquier observador circunstancial puede atestiguar, está enraizada popularmente hasta extremos difíciles de imaginar.

Los holandeses de 1980 tienen muy poco que ver con los que abrieron los diques para destruir a las tropas del duque de Alba. Permanecen, sin embargo, una serie de cualidades que caracterizan tradicionalmente la vida en los Países Bajos: confianza en la tarea colectiva y en los medios elegidos para llevarla a término, una curiosa mezcla de austeridad y libre pensamiento y un vivo espíritu mercantil.

Del imperio a la crisis

La potencia colonial de la segunda guerra mundial (Indonesia, Surinam, Antillas) ha dejado paso a un territorio de 37.000 kilómetros cuadrados escasos y superpoblado. Más del 20% del suelo útil ha sido arrebatado a las aguas mediante complejas obras de ingeniería. Y todavía el 50% del pequeño territorio vive por debajo del nivel del mar del Norte. Este medio geográfico y la falta de materias primas -salvo el gas natural- han llevado al Gobierno holandés a considerar «artículos escasos» el suelo y el espacio, el aire y el agua. Consecuencia económica: el deterioro de alguno de ellos mediante la actividad productiva es pagado por el responsable. La protección del medio ambiente es uno de los objetivos prioritarios de cualquier nuevo Gobierno en La Haya.

El primer ministro, Dries van Agt, sin embargo, tiene ahora problemas más acuciantes que afrontar. La coalición centro-derechista de tres partidos confesionales más el Liberal, a cuyo frente está desde mayo de 1977, tiene dificultades para mantener el rumbo económico del país. En Holanda, como en el resto de los países de la Comunidad Económica Europea, en 1980 sólo se habla de crisis económica.

La sociedad progresiva y próspera construida fundamentalmente en la «década prodigiosa» de los años sesenta está asediada veinte años después por tensiones económicas y sociales. El baremo español, obviamente, no es aplicable. Holanda es rica, sus salarios son muy altos (la renta per cápita está en la frontera de las 700.000 pesetas), su moneda fuerte y su sistema de seguridad social muy avanzado. Nivel salarial y fortaleza de su divisa, el florín, están precisamente en el origen de sus problemas, ya que merman su competitividad en los mercados internacionales, de los que depende para mantener su elevado nivel de vida. Desde hace siglos, el comercio de los Países Bajos es uno de los más activos del mundo. El 50% del producto nacional bruto lo genera la exportación de mercancías, fundamentalmente productos industriales. Por sus puertos, en especial el gigantesco de Rotterdam, pasa el 30% de todo el comercio marítimo de la Comunidad Económica Europea.

Gobierno y sindicatos

El Gobierno de Van Agt pretende limitar la capacidad negociadora de los sindicatos. La central socialista FNV - 1. 100.000 afiliados le ha declarado una guerra de la que forman parte importantes huelgas durante las últimas semanas. En Amsterdam, donde la angustiosa escasez de viviendas ha echado leña al fuego, han comenzado a aparecer pintadas (Geen voning, Geen kroning), en las que se amenaza con hacer un día caliente del próximo 30 de abril, en el que Beatriz se convertirá en reina.

Los líderes obreros, como la oposición socialdemócrata, culpan al Gobierno centro-derechista de mantener un paro del 5%, que tiende a aumentar, y favorecer simultáneamente grandes inversiones de capital holandés en el exterior. Holanda es sede, entre otras, de multinacionales como Shell, Unilever o Philips, en cuyo creciente volumen de beneficios los trabajadores quieren mayor participación.

Pero tanto los políticos como los líderes empresariales y sindicales están convencidos de que las aguas volverán pronto a su cauce. « Con la excepción de Amsterdam, donde está la espoleta», según un alto funcionario de La Haya. En este país de consenso no sólo existen los mecanismos de mediación necesarios, sino que funcionan. Probablemente lo que más sorprende a un observador español que escucha a la plana mayor de la patronal o a los representantes del FNV es la falta de agresividad mutua con que las dos partes analizan una situación económica que coinciden en considerar muy delicada.

Un trabajador medio con dos hijos percibe un salario bruto de casi 100.000 pesetas mensuales. El Estado se queda con casi un 40% en concepto de impuestos directos y financiación de una omnicomprensiva Seguridad Social. El sistema fiscal es justo, en opinión de los sindicatos.

Aunque el Gobierno se sustenta con una mayoría de sólo dos diputados, en un Parlamento de 150, no parece probable una crisis por la cuestión económica. El señor Van Agt tiene ahora más posibilidades de llegar hasta mayo de 1981, término de su mandato, que cuando tomó posesión en 1977. Al igual que en Dinamarca, parece que el único elemento capaz de generar una seria ruptura política es el tema nuclear, en sus vertientes militar y pacífica.

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