Lejos de la contaminación

Entre Colmenar Viejo y Hoyo de Manzanares todavía existen algunas fincas sin que la sociedad de consumo haya intervenido para quitarles la belleza salvaje que durante muchísimos años conservan. Una de ellas, propiedad de unos buenos amigos míos, es magnífica en su estructura, bella, admirablemente ubicada; con Madrid al fondo, y cuya vista de noche parece un puerto de mar al resaltar todas sus luces en la lejanía. Tiene unas charcas de hasta cinco metros de profundidad donde su transparencia es tan perfecta que se ve en el fondo hasta una moneda que se tire. Sus aires son los ideales para tranquilizar los nervios y oxigenar los pulmones al máximo, todo un completo relax para el cuerpo y para el alma.Sus propietarios la han ido conservando de generación en generación, y no creo que haya dinero suficiente para pagar lo que en sí vale, la salud que en ellas se adquiere. Yo, personalmente, creo que sé darle el valor que tiene el poseer una finca «lejos de la contaminación», al haber estado en ella algún tiempo; pues creo que no hay nada comparable con una buena salud, y esta es una de las cosas que no se compran con dinero.

¡Sería una verdadera lástima que todas estas bellezas naturales desapareciesen al correr del tiempo!