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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La esclavitud del "superhombre"

EN ESTADOS Unidos se ha procedido a la experiencia de fecundación de cinco mujeres, elegidas por su inteligencia especial, con los espermatozoides de cinco premios Nobel, con el fantástico objeto de obtener una raza mejor.La idea tiene más de cien años. «Os enseño al superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho vosotros por superarle? », decía Zarathustra-Nietzsche en 1882. Lo que hacen ahora estos científicos de Estados Unidos es ordeñar a unos Nobel, inyectar su producto en superhembras y esperar. Menos grave que todos los procesos intermedios, que condujeron a los experimentos eugenésicos de los campos de exterminio nazis y, en lo imaginario, al monstruo del doctor Frankestein. Y a unas ideas racistas que no han terminado de dañar a la Humanidad.

El fallo esencial consiste en mantener unas ideas genéticas poco sostenibles. El juego de cromosomas y genes, las informaciones contenidas en los ácidos oxi y desoxirribonucleicos, no son simplemente actuales: desde Mendel se conoce la influencia de los antepasados y la imposibilidad de evitar el «salto atrás». Desde Monod -un premio Nobel que no ha sido ordeñado en este caso- no sé ignora el papel determinante del azar en conjuga ción con la necesidad en el desarrollo genético. Nadie ignora tampoco el valor de las enormes adicciones culturales y de, entorno al individuo, el aprendizaje de com portamientos, el desarrollo educativo, etcétera.

¿Qué sería de estos superbebés sometidos, por ejemplo, al sistema de Estatuto de Centros promulgado por UCD? No se puede negar que el talento -el verdadero- y la aportación a la Humanidad de grandes hombres procede a veces de familias deficientes y de colegios baratos, de medios suburbiales y de circunstancias alimenticias graves. La inteligencia sigue siendo un misterio.

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El experimento es, por el momento, inofensivo. No tiene mayor trascendencia. Puede producir. otras consecuencias en cadena, como las respuestas de que la inseminación artificial es una ofensa a Dios, a las más clásicas de que Prometeo tuvo su castigo por tratar de robar el sagrado fuego de la vida, lo que se tíata de aplicar a, esta curiosa experiencia. Tiene, eso sí, algunas implicaciones ideológicas, si recordamos la otra vez en que esta cuestión se propagó, produciendo el nazismo; pero hemos de considerar también que los mitos de la raza superior son anteriores. Alguno de estos genios donantes de su propio tesoro testicular ha llegado a decir que tiene científicamente comprobada la superioridad de la raza blanca sobre la negra. En cualquier momento se dirá que está comprobada la mayor inteligencia del hombre sobre la mujer.

En todo ello se prueba el «salto atrás» mental, más que genético -sería curioso que funcionara también algún azar genético y un superbebé saliera negro-, que nos conduce a mentalidades del siglo pasado. ¡Tan mal está el nuestro! Pero también habrá que convenir en que esas ideas son anteriores al experimento: son las que lo han producido.

En cualquier caso, experimentos de este cariz plantean problemas que atañen a la última esencia de la libertad del hombre y de su libre albedrío. El ser hum ano debe preocuparse por la mejora y evolución de su especie, pero no debe dimitir de sus más íntimas libertades. Los derechos del hombre no se acaban en la célebre Carta redactada por las Naciones Unidas ni se limitan a lo que se entiende por libertades públicas. El genuino respeto al ser humano debe aceptar otras libertades menos nombradas: la libertad de equivocarse, la de no ser perfecto, el derecho a la felicidad por encima de un positivismo calvinista, el entendimiento cabal de que la máxima perfección genética, física, cerebral, puede significar el mayor atentado contra la aventura humana, que en el riesgo y la multiplicidad de opciones encuentra su más alto atractivo.

Será interesante seguir, con el curso de los años, la biografía de estos futuros niños. Nada puede impedir que el experimento, continuado con la educación sui géneris, salga bien y se produzca un verdadero y cuadriculado ejemplar de superhombre; pero lo más probable es que el mejor de estos productos se quede simplemente en un bebé más sujeto a los nunca triviales vaivenes del azar y la necesidad.

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