"Estuve con los «gudaris» de ayer y me siento a gusto con los «gudaris » de hoy"

A sus setenta y cinco años, Telesforo Monzón, nacido en Vergara y de profesión abogado es, por su apoyo incondicional a la opción independentista y sus simpaflas hacia ETA-militar, algo así como la «oveja negra» del Partido Nacionalista Vasco, en el que militó por espacio de casi cincuenta años. Para este hombre, que fue ministro de Gobernación del primer Gobierno vasco, con 31 años, y que hoy es la figura más carismática -y sin duda una de las más influyentes- de la coalición de izquierda abertzale radical HB, hay un nexo de unión entre aquel pasado histórico y el presente: «por esa razón estuve con los gudaris de ayer y me siento a gusto entre los gudaris de hoy, hijos y descendientes de aquéllos. »Insiste Telesforo Monzón, en contra de lo que piensa Leizaola, en que el Gobierno vasco de 1936 fue un Gobierno soberano. «Era plenamente soberano», precisa. «Contó con cerca de 50.000 gudaris, a las órdenes de José antonio Aguirre, con una gloriosa y pequeña marina de guerra, que acuñó su propia moneda, mantuvo relaciones con países, extranjeros y extendió sus propios pasaportes, que yo mismo firmaba, y con los que hemos viajado por todo el mundo. Puedo mostrar el mío (y lo hace) con los visados correspondientes de los países visitados. Que no me vengan diciendo que aquello no fue un Gobierno soberano. Yo, al menos, pensando en el futuro, con una tal soberanía me conformo.»

«Por mi parte, yo me siento hoy el mismo hombre que ayer se sentaba en el Gobierno vasco. Hace 44 años, los jelkides (partidarios del lema JEL: «Dios y Ley Vieja») fuimos unidos a los marxistas, socialistas, republicanos y comunistas para luchar contra el fascismo. Yo, jelkide aún hoy, sigo unido a los comunistas, marxistas, socialistas y progresistas, para luchar por la liberación de Euskadi, pero con una diferencia fundamental. Aquéllos se sentían españoles y éstos son patriotas vascos (abertzales) . »

«Aquel primer Gobierno contaba con pocas posibilidades de ganar la guerra, pero tenía un arma que contaba ayer y que sigue contando hoy: la fe, el entusiasmo, la mística. Nosotros. sabíamos que íbamos a ganar, y no creo que nadie ponga en duda que estamos ganando.»

De Telesforo Monzón se ha escrito mucho en los últimos años, tratando de aclarar, sobre todo, las razones de su abandono del Gobierno vasco, a mediados de los años cincuenta, y su distanciamiento posterior del Partido Nacionalista Vasco. Sus rivales políticos, algunos en el PNV, le achacan haber pactado, de espaldas a José Antonio de Aguirre, con los monárquicos de don Juan,

«El pensaba», afirmaba el viejo dirigente del PNV, Manuel Irujo, en un semanario nacional, que lo monárquico, en cualquiera de sus formas en nuestro país, tenía importancia. Se propuso ir a Estoril y planteó el problema. José antonio de Aguirre estaba dispuesto a la ampliación del Gobierno con fuerzas representativas del país, pero no con los monárquicos. Al principio, las discusiones entre ambos fueron cordiales; más tarde, frías y agrias.

«Yo», dice Monzón, «he sido españolista y he luchado tremenda mente conmigo mismo para elegir mi patria definitiva. He luchado tremendamente entre Avila y Bergara, porque he sido y sigo siendo un enamorado de Castilla, de sus místicos, de sus pintores. Pero llegó un momento en que comprendí que había que elegir patria, que no se podía ser vasco y español, como no se puede ser al mismo tiempo, español y francés. Elegí la patria vasca, la mía, la de Sabino Arana, la de los gudaris de ayer y de hoy.»

Minutos antes de hablar con EL PAÍS, el viejo jelkide había explicado en un mitin celebrado en Salvatierra (Alava): «No estoy conforme con la política que desde hace años está haciendo el PNV, creyendo que estos chicos de ETA eran adversarios. Yo considero que son hijos y descendientes de los gudaris de 1936. Nos une el amor a nuestro pueblo y el deseo de verlo libre. Por eso soy de Herri Batasuna.

Considera Telesforo Monzón que «en conciencia y sinceramente» el próximo Gobierno vasco no logrará la paz en Euskadi. «La paz puede hacerse», señala, «ha de hacerse, tiene que hacerse, pero sentados en torno a una mesa a discutir con el Gobierno de pueblo a pueblo, de nación a nación y de soberanía a soberanía. La alternativa de Herri Batasuria, que creo es hoy compartida en el fondo de su con ciencia por todos los abertzales que constituyen hoy la mayoría del País Vasco. Debemos discutir, negociar, sin que ninguna de las dos partes tenga que renunciar a su honor ni dejar sus intereses esenciales en el vestíbulo. Estaríamos locos si no aprovecháramos este momento histórico, porque la historia nos demuestra que los pueblos oprimidos, a medida que van tomando fuerza, van siendo más exigentes, y los pueblos opresores suelen llegar a la estación con las maletas de la autonomía cuando el tren de la independencia ha salido de la estación. »