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El ministro de Justicia califica nuestro modelo de divorcio como "divorcio-remedio"

«El modelo de divorcio que aborda nuestra ley es el de divorcio-remedio, previa ruptura insuperable o irreparable entre los cónyuges», declaró ayer el ministro de Justicia, Iñigo Cavero, en relación con el proyecto de ley que acaba de ser remitido por el Gobierno al Congreso de los Diputados. Resaltó la preocupación prioritaria por la familia y los hijos sobre cualquier otra cuestión.

El ministro de Justicia clausuró el domingo el seminario sobre la reforma del derecho de familia, organizado por la secretaría de formación de UCID. Tras el acto, celebrado a puerta cerrada durante tres días, el señor Cavero explicó algunos aspectos del proyecto de ley presentado el sábado en el Parlamento, partiendo del hecho de que «no se trata de un proyecto de ley de divorcio, sino de modificación del título IV del Código Civil».El señor Cavero señaló que la ley quiere poner remedio a lo que ya está roto: la comunidad conyugal. Añadió que no se toma como elemento base para afrontar el divorcio la culpabilidad de los cónyuges, sino el remedio a la situación en que se encuentran, por lo que es preciso que previamente exista la ruptura de la comunidad conyugal mediante la separación.

El período de separación, que no siempre será de dos años, da paso a la aplicación del divorcio. El ministro de Justicia explicó que este período no se cuenta desde el momento de la sentencia, sino desde que se planteó la demanda por los dos cónyuges, o por uno sólo, estando el otro de acuerdo. Destacó la preocupación machacona de la ley para que en las decisiones del juez se tenga en cuenta, como primera medida, el interés de la familia y de los hijos.

Oposición episcopal

El domingo pasado, en la iglesia concatedral de Alicante, el obispo de Orihuela-Alicante, monseñor Barrachina, manifestó, durante la homilía, según Europa Press, que «cualquier ley divorcista es ilegítima, nula, inválida ante Dios y ante cualquier conciencia recta, sea de personas cristianas o no cristianas».El obispo de Orihuela-Alicante consideró absolutamente falso que el divorcio sea un mal menor, «porque la ley divorcista no se reduce a tolerar o permitir ciertas conductas culpables, sino que disuelve el matrimonio, rompe el vínculo matrimonial y da paso a otras nupcias, que considera válidas». «El divorcio no es un mal menor, sino un mal mayor. »

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