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Tres faltas salvaron a un mal Atlético

El Atlético de Madrid estuvo al borde del desastre en su cuarto partido televisado de esta temporada, pero acabó ganando gracias a tres faltas. Volvió a jugar muy mal, dentro de un partido movido, con cinco goles, y sólo le salvó la falta de ambición de un Sevilla que le tuvo a su merced, con mejor esquema de juego y acierto en sus hombres.La racha de puntos perdidos por el cuadro rojiblanco en los partidos contratados y respetados por el no de los clubes a Televisión, pareció que iba a continuar el domingo. Tras los empates ante el Español y la Real Sociedad (1-1) y la derrota frente al Valencia (0-1), un penalti más que dudoso evitó un nuevo empate (2-2), premio ya sobrado para el mal juego atlético. El que el Sevilla igualara un cuarto de hora antes con otro penalti también discutible no fue eximente. El cuadro de Miguel Muñoz contó con más ocasiones de gol, porque jugó mejor y sólo fueron el fruto lógico a su planteamiento. Cuando obligó a cambiar el del rival, por algo sería De haber forzado más su quehacer y sobre todo, si hubiese tenido más acierto en sus ataques ante la desorganización rival, el Atlético no habría perdido uno, sino los dos puntos. Con dos negativos ya en su cuenta particular, su situación habría sido dramática. No fue extraño por ello, que su presidente, Vicente Calderón, presenciase el segundo tiempo por televisión en el vestuario, pues sólo «milagritos» como el de Marcial, nada más salir al campo, acallaron las protestas suficientemente elocuentes de sus aficionados, pese a los pocos asistentes.

Los sustos empezaron bien pronto para el Atlético, incluso por sus propios errores individuales. A los cinco minutos, Leal, que acabaría dando un recital de malas entregas, pese a su voluntad, cortó mal de cabeza un centro de Bertoni, y Scotta se quedó por primera vez solo ante Navarro, aunque tuvo que ayudarse con la mano. Tres minutos después, Arteche, situado aún de defensa libre, cedió muy en corto a su portero, en fallo tremendo, y el propio Scotta, quizá sorprendido por el regalo, se fue demasiado a la derecha y tiró alto ante la buena salida de Navarro. Hasta que llegó el primer gol, el Sevilla tuvo otras dos ocasiones más desaprovechadas, mientras el Atlético se acercó únicamente una vez a puerta, con tiro alto del re sentido Cano, que jugó con un vendaje en su rodilla derecha a causa de una distensión de ligamentos, lo cual le impidió acertar como otras veces, pero no luchar.

Las ocasiones sevillistas vinieron simplemente por su mejor juego. Muñoz puso delante a Murúa, por el lado izquierdo, junto con los habituales Scotta y Bertoni, para tener entretenido a Leal atrás. Montero, media punta, se preocupó de controlar las arrancadas de Quique, mientras Blanco se emparejó con Dirceu y Juan Carlos con Robi. El Sevilla jugó «estilo acordeón», y aunque a veces defendió con nueve hombres y marcó muy bien, en otras atacó hasta con seis. Con un juego rápido, demostró estar más armado en su esquema, y sólo la falta de remate, aunque Bertoni y Scotta pudieron inicialmente con Ruiz y Sierra, impidió que llegara, antes el gol. El cuadro andaluz confirmó que sólo había marcado tres tantos fuera en diez partidos, y para meter su primero necesitó «machacarlo». De todas formas, el panorama atlético se mostró desolador y Luis tuvo que cambiar su planteamiento. Al margen de la falta de hombres, el problema es que tampoco los sabe utilizar. Robi pasó a defensa libre, Arteche marcó a Bertoni y Ruiz a Murúa para liberar a Leal, que se fue con Juan Carlos. El buen y afortunado gol de Marcos -el más entonado- salvó por primera vez al desarbolado Atlético. Pero los fallos siguieron, aunque subsanados in extremis, y el Sevilla siguió teniendo más ocasiones de gol. Dirceu no podía, solo, encauzar ya el juego rojiblanco, con Leal al lado cada vez peor y Quique sólo corriendo.

La fortuna vino con Marcial, que, además de marcar el segundo gol, cuando más controlaba el Sevilla el partido, dio algo más de entidad al centro del campo atlético, y al menos no perdió tantos balones como Leal. Sin hacer nada del otro jueves y penaltis al mar gen, ambos dudosos, fue la clave del triunfo. El Sevilla, conformista una vez más tras el 2-2, debió enfadarse hasta límites insospechados cuando en los instantes finales, con 3-2 ya en contra, un tiro de Rivas lo salvó Navarro en una gran parada y otro de Blanco rozó el poste derecho. Se volvió a demostrar que pudo ganar el partido y lo perdió por su falta de ambición y por la suerte, esta vez de un Atlético en su línea desastrosa ya habitual.

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