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Dos nuevas deserciones en el ballet soviético Bolshoi

Dos componentes del famoso ballet soviético Bolshoi pidieron asilo político en la embajada norteamericana en Tokio, y salieron ayer para Estados Unidos, engrosando así la larga lista de figuras de la danza soviética refugiadas en Occidente.

Mijail Messerer y su madre, Sulamit Messerer, aprovecharon la gira que realiza actualmente el ballet Bolshoi por Japón para abandonar la célebre compañía y manifestar, en la embajada norteamericana, su deseo de emigrar a Estados Unidos. Otros tres bailarines del Bolshoi les habían precedido el año pasado, durante una tournée del grupo artístico por varias capitales norteamericanas.Mientras que Mijail Messerer, de 31 años, no está considerado como una primera figura de la danza, su madre, Sulamit, que cuenta 71 años, es una profesora de ballet muy prestigiosa y una de las «viejas glorias» del Bolshoi.

En los años treinta, Sulamit y su hermano, Assaf Messerer, formaban pareja artística y contaban a José Stalin entre sus admiradores. La pareja tuvo entre sus alumnos, años después, al matrimonio Koslov, que se pasó a Occidente el pasado mes de septiembre, durante su estancia en Los Angeles.

Un mes antes, en agosto de 1979, Aleksander Godunov inauguraba lo que parece ser una cadena d deserciones en el ballet Bolshoi que nunca hasta entonces había perdido de este modo a ninguno de sus componentes, pese a que viaja con mucha frecuencia por todo el mundo.

La esposa de Godunov, Ludmil VIasova, que forma parte también de la compañía, no siguió a su marido y protagonizó indirectamente un enfrentamiento entre las autoridades norteamericanas, que de tuvieron el avión de Aeroflot en el que iba a abandonar Nueva York alegando que viajaba bajo coacción.

Después de tres días de tensas negociaciones, Ludmila VIasova convenció a los norteamericanos de que regresaba a Moscú voluntariamente, y fue recibida allí como una heroína. Su marido eludió cualquier comentario político, insistió en que sólo «razones artísticas» habían motivado su de cisión de abandonar la URSS. Pese a que Godunov fue contratado inmediatamente por el America Ballet Theatre, que dirige otro «desertor» soviético, Mijail Bayshnikov, no llegó finalmente, no llegó finalmente a integrarse en esta prestigiosa compañía y, al parecer, ha expresado su deseo de regresar a la Unión Soviética.

La huida de los Messerer, madre e hijo, a Estados Unidos, «en busca de mayor libertad para sus actividades artísticas», según declararon, supone un nuevo e importante golpe para el famoso ballet soviético. Según informaciones de las agencias occidentales, las autoridades de Moscú confeccionaron cuidadosamente la lista de los componentes del ballet que iban a efectuar la gira por Japón, y no incluyeron a unos diez bailarines, por ser considerados desertores.

Natalia Makarova, Rudolf Nureyev y el citado Mijail Baryslinikov son los tres bailarines soviéticos más famosos que «escogieron la libertad» en los últimos años y todos ellos pertenecían a la compañía Kirov, de Leningrado. Nureyev desertó en París, en 1961, mientras que la Makarova lo hizo en 1970 y es ahora una figura del American Ballet. Baryslinikov, que inició recientemente una carrera cinematográfica, bailó con el New York City Ballet y pasó esta temporada a dirigir el American Ballet, aunque una huelga de los bailarines le impidió ejercer su cargo.

De acuerdo con lo que parece ser ya una tradición de los bailarines soviéticos que desertan a Occidente, los Messerer no han alegado motivos políticos ni, al menos hasta el momento, han criticado al régimen de la URSS. La búsqueda de satisfacciones artísticas, de mayores posibilidades creativas, es el argumento común, aunque nadie olvide el incentivo económico y el ejemplo de Rudolf Nureyev, el bailarín mejor pagado del mundo, según se dice, que cobra hasta 6.000 dólares por cada representación.

Sulamit y Mijail Messerer son judíos y miembros de una familia de artistas, entre la que se cuenta Maya Plise Tskaya, sobrina de Sulamit y prima de Mijail, que fue una primera bailarina del Bolshoi en los años sesenta. Por cierto que dos de las actuales primeras figuras del ballet soviético, VIadimir Vasileyev y Katerina Maksimova, no figuraban en esta gira, lo que motivó rumores en los medios artísti cos occidentales

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