Los ocupantes de viviendas en Orcasitas tendrán que desalojarlas en cuarenta y ocho horas
Vecinos del Poblado Dirigido de Orcasitas volvieron a manifestarse ayer tarde por tercer día consecutivo para exigir el desalojo de las viviendas provisionales (sanquis) del barrio y poder continuar así las obras de remodelación. Justamente ayer por la mañana fueron entregadas, a los ocupantes órdenes de desalojo. Representantes de la asociación de vecinos serán recibidos hoy por el gobernador civil para tratar de resolver el tema.
En las notificaciones se señala que en función de lo establecido en varios artículos del Reglamento del Patrimonio del Estado dichas viviendas han de ser desalojadas antes de 48 horas a partir de su entrega a los asaltantes. En caso de no atender esta exigencia los «ocupantes» serán desalojados por la fuerza.Las notificaciones fueron entregadas personalmente por varios funcionarios de la Oficina Coordinadora del Poblado Dirigido de Orcasitas. Cuando se procedía a su distribución se registraron algunos momentos de tensión que ocasionaron al menos un pequeño incidente. Uno de los destinatarios salió en busca de los funcionarios y rechazó en plena calle la notificación, al tiempo que rompía públicamente el impreso y amenazaba a los ordenanzas.
El problema que en estos momentos vuelve a la actualidad en el barrio surge a raíz de la remodelación del poblado. Las 3.000 familias habitantes de la zona se encontraron con el envejecimiento prematuro de sus viviendas de protección oficial. Las grietas e inminentes amenazas de ruina originaron la exigencia de remodelar totalmente el poblado. Para ello se montaron unos doscientos sanquis, viviendas prefabricadas provisionales, con el fin de derribar los bloques defectuosos. Los habitantes de estos bloques pasarían a las viviendas provisionales mientras el INV construía las nuevas. Así comenzó la operación a partir de 1976. Una vez construidas las primeras nuevas viviendas, los alojados en los sanquis pasaron a sus nuevos alojamientos. En ese momento residentes en otros bloques pasaban a los locales temporales para derruir los pisos en ruina y construir otros nuevos.
Pero en los intervalos de cambio, y desde el otoño de 1978, varias de las viviendas temporales fueron ocupadas por familias de otros lugares, que por el procedimiento de la patada a la puerta entraban y se instalaban en ellas, impidiendo el alojamiento de los verdaderos adjudicatarios.
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