La justicia italiana interroga a los intelectuales izquierdistas detenidos
Los magistrados de media Italia han pasado la Navidad encerrados en las cárceles, interrogando día y noche a los nuevos detenidos de la que ya ha sido apellidada «operación antiterrorismo 21 de diciembre». Mientras, las fuerzas del orden buscan en todo el país a quienes consiguieron escapar a la redada.A los diecisiete nuevos detenidos, junto con la mayor parte de los líderes de Autonomía Obrera que acabaron en la cárcel después de la operación «7 de abril», cuando fue detenido, entre otros, el conocido catedrático de Padua Toni Negri, los jueces les imputan una serie de atentados que van desde incendios y secuestros hasta asesinatos.
Hasta el momento, quizá la noticia más espectacular, si llega a confirmarse, es que Toni Negri mantuvo varios encuentros con Renato Curcio, líder histórico de las Brigadas Rojas, para estudiar conjuntamente un proyecto de insurrección armada contra el Estado.
Naturalmente, los jueces no han confirmado ninguna de las noticias que ocupan las primeras páginas de todos los diarios. Más aún, mantienen un mutismo absoluto.
Quizá la única noticia cierta en todo el asunto es que esta nueva operación desencadenada contra antiguos dirigentes del movimiento Poder Obrero ha tenido origen en la confesión de Carlo Fioroni, el catedrático condenado a 28 años de cárcel por el secuestro y homicidio del joven Saronio. La muerte de Saronio es otro de los puntos negros del terrorismo italiano. Se pensó, en un principio, que se trataba de un crimen perpetrado por la derecha fascista. Sin embargo, se acabó descubriendo que se trató de un secuestro llevado a cabo por la extrema izquierda, para recoger fondos con el fin de financiar una insurrección contra el Estado.
El joven murió accidentalmente. Un delincuente común, que fue el encargado de realizar el secuestro, confesó a los jueces de Milán, entre otras cosas, que en aquel secuestro estuvo complicado, entre otros, Toni Negri, el cual, según estos informadores, mantenía estrechas y continuas relaciones con Curcio.
¿Son creíbles estos testimonios? Lo cierto es que ya no es ningún secreto que la última operación del día 21 de diciembre ha sido llevada a cabo gracias a estas confesiones.
Ayer mismo fue detenida la directora de programas de la radiotelevisión italiana, Caterina Pilenga, de 49 años. La nueva izquierda afirma que la nueva tentativa de implicar a los principales teóricos de la revolución proletaria en los actos de terrorismo clandestino es una táctica que siempre condenaron.
De lo que no cabe duda es que el proceso a los principales intelectuales de la extrema izquierda italiana supondrá un hecho de gran relieve político, y no sólo a nivel nacional.
El problema de fondo, prescindiendo incluso del hecho que estos intelectuales sean o no los cerebros de las Brigadas Rojas, o que hayan sido o no los responsables del secuestro y asesinato de Aldo Moro, es hasta qué punto el Estado puede permitir y aceptar, sin condenar en una sociedad de libertades democráticas, la formación de un movimiento armado para derribar las instituciones e implantar la dictadura del proletariado. Porque la necesidad en Italia de este movimiento revolucionario armado es algo que si han defendido y promovido siempre estos intelectuales, hoy encarcelados y acusados de terrorismo.
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