El oro seguirá interesando al inversor, pero su importancia irá decreciendo
En un entorno de estabilidad económica y monedas sanas, el oro tendría perdida la batalla contra su peor enemigo: el interés compuesto, porque «el oro no devenga interés y, salvo que su precio suba, no proporciona rentabilidad económica», afirma un estudio que sobre el futuro, el presente y el pasado del oro ha realizado el Morgan Guaranty Trust Company, de Nueva York.Así, el futuro del oro debe considerarse desde una perspectiva: en su relación con el sistema monetario, en que probablemente continuará perdiendo importancia, de modo gradual, pero persistente, o considerado en cuanto producto primario, como el trigo o la panceta.
En este sentido, el oro seguirá siendo objeto de atesoramiento por sus propiedades intrínsecas, y seguirá siendo utilizada por la industria como hasta ahora.
«En el mundo de hoy», añade el estudio, «no parece que haya muchas posibilidades de que las naciones vuelvan a aceptar la rigidez mecánica del patrón oro.»
El estudio del Morgan Guaranty parte de lo que ya se llama «la gran carrera del oro de 1979», la estampida iniciada este pasado verano, y en la que la gente se precipitó a comprar lingotes, monedas acuñadas y «oro de papel», es decir, contratos del mercado de futuros.
Esta carrera insólita llevó al oro hasta una cima -no superada por ahora- de 450 dólares la onza, lo que casi duplicaba el precio corriente en el mercado al comienzo del año.
«Y lo más curioso», dice el estudio, «es que a pesar de las severas medidas decretadas por la Reserva Federal, el metal se ha mantenido, obstinadamente, no lejos de la cumbre, en la zona de los 380-390 dólares.»
Pero tal vez lo que mejor explique la actual «carrera del oro» es que, aparte sus propiedades físicas, el metal constituye un «refugio de valor» frente a las embestidas con que la influencia castiga a las monedas de papel.
Base inadecuada
Para alguien tan importante como Keynes, el oro no merecía ejercer tal fascinación, y lo describía como «reliquia bárbara», absolutamente inadecuada para ser la base de un sistema monetario, y este punto de vista ha sido compartido después por la mayoría de los Gobiernos que, de un modo gradual, han actuado a favor de la desaparición del oro monetario, tanto en el terreno interno de cada país como a escala internacional.En este sentido se debe interpretar la creación de los derechos especiales de giro, creados por el Fondo Monetario Internacional en julio de 1969.
Y, aún más, la relación inicial que éstos tenían con el oro desaparecería después, en julio de 1974, al identificar el valor de la unidad del DEG con relación a dieciséis monedas de las usadas en el comercio mundial, ponderadas en función de su importancia.
Además, ni el Fondo Monetario Internacional ni el Tesoro de Estados Unidos compran oro, antes, al contrario, lo venden.
Pero, con todo, el oro sigue ahí, ejerciendo su poder de atracción, solicitado por los muchos goldfinger que quedan en el mundo, menos importante en el mundo monetario, pero escaso, caro y brillante como mercancía.
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