La factura petrolífera costará a España en 1980 el doble que este año y el triple que el pasado
El suministro de petróleo para España durante el año 1980 será uno de los principales desafíos políticos y económicos que tendrá que afrontar durante los próximos meses el actual Gobierno. La nueva crisis iraní ha distorsionado el mercado mundial de crudos y, como consecuencia, en parte, de ésta, el precio del barril de crudo se elevará a casi el doble.
Estudios realizados por los responsables de la política energética gubernamental calculan que España tendrá que pagar el año próximo entre 11.000 y 13.000 millones de dólares por las importaciones de crudo extranjero, lo que en términos constantes y sonantes significará que la factura petrolífera española en 1980 será exactamente el doble que la pagada en 1979.El coste del petróleo que España tratará de importar el próximo año representará algo más del 7% del producto interior bruto, cifra que dobla la correspondiente al presente año 1979 y casi quintuplica la de 1973. El coste del petróleo para España será equivalente a más de un tercio del presupuesto del Estado. Estas magnitudes sitúan la perspectiva de la crisis profunda en que el petróleo va a colocar a la economía española el próximo año.
Medios oficiales han transmitido en los últimos días mensajes tranquilizadores al país en el sentido de que el abastecimiento del próximo año está garantizado, aunque pueden producirse algunas tensiones en el primer trimestre del año, a lo largo del cual las reservas se contraerán hasta niveles de cierto riesgo. Sin embargo, los informes confidenciales que circulan por las mesas del vicepresidente Abril y del presidente Suárez son mucho más alarmantes.
La factura del ochenta
Los datos básicos de la situación se resumen en el cuadro adjunto, en que aparece reflejada la escalada del coste de las importaciones de petróleo en los últimos siete años. Los datos son firmes y definitivos hasta el año 1979, en el cual la variación puede ser mínima. Con respecto a 1980, las estimaciones oficiales filtradas hasta ahora cifran el coste de la factura petrolífera en unos 10.000 millones de dólares. Otras notas oficiales más o menos confidenciales sitúan este coste en 11.000 millones, y algunas estimaciones de expertos no dudan en situar la cota previsible en unos 12.000 e incluso 13.000 millones.
En estos momentos, los contratos firmes del Estado (cuota de Comercio que administra Hispanoil) para el año 1980 suponen un suministro de veintitrés millones de toneladas de crudo, por el que se pagarán los precios oficiales de cada país. Las estimaciones sobre estos precios las sitúan entre 21,5 dólares por barril, para el crudo saudí, y 31 dólares por barril para los suministros libios.
Las partidas de cuota de Comercio en firme están suscritas con los siguientes productores: Arabia (cinco millones de toneladas), Irak (cinco millones), Libia (4,5 millones), México (tres millones), Dubai (2,25 millones), Compañía Francesa de Petróleos (un millón), Nigeria (medio millón), Concesiones de Hispanoil en Libia y Argelia (150.000 toneladas) y producción nacional (1,7 millones). De estas partidas existen garantías fundadas para las más importantes, aunque se estima que México no podrá suministrar más de dos millones de toneladas, por problemas propios de producción.
De las partidas contratadas por las refinerías se consideran garantizadas las de CEPSA con México, Venezuela, Argelia, Irán y varias multinacionales que, en conjunto, pueden representar unos siete millones de toneladas, y las de Enpetrol con Chevron, Venezuela y otras multinacionales, que pueden alcanzar la cifra de otros siete millones de toneladas. Petromed y Explosivos no tienen contratos firmes. Petroliber prácticamente tampoco, aunque espera conseguir un millón de toneladas, y Petronor puede alcanzar, si todo va bien, un suministro de dos millones.
En conjunto, los refinadores conseguirán, a través de sus contratos en curso, un suministro razonable de unos diecisiete millones de toneladas de crudo. Esta cifra, unida a la del Ministerio de Comercio, da un total de unos 39 millones de toneladas, que pueden llegar a ser cuarenta, pero que cálculos más prudentes y, según algunos expertos, más realistas dejan en 37 millones. Esto supone que el déficit en los suministros oscilará en estos momentos para el año 1980 entre once y catorce millones de toneladas; es decir, entre el 21% y el 27% del total previsto de necesidades de consumo. Estos porcentajes tendrán que adquirirse en el mercado libre de crudos, que, previsiblemente, funcionará a tope a lo largo de los próximos meses, y al que los productores parecen dispuestos a recurrir para mejorar sus rentas y mantener la tensión del mercado.
Las estimaciones oficiales sobre los costes de estos suministros son las siguientes:
Hipótesis optimista. Los crudos suministrados por contratos firmes a medio plazo costarán a razón de unos veintiséis dólares por barril. Este precio, aplicado a 39 millones de toneladas, da un coste por esta vía del orden de 7.100 millones de dólares. Las compras en el mercado libre se estima que tendrán que cerrarse a tinos precios medios de cuarenta a 45 dólares por barril. Este precio, aplicado a doce millones de toneladas, da un coste total de unos 3.500 millones de dólares. La hipótesis optimista se cierra así con una estimación de un coste total del orden de 10.500 a 11.000 millones de dólares por los suministros de 1980. En 1979, esta cifra se situará en 6.200 millones de dólares, y los tres años anteriores fue de 4.450 a 4.650 millones en cada uno.
Hipótesis pesimista. Los productores elevarán sus precios oficiales un par de veces (enero y julio) en el año y mantendrán la política de aplicar primas y otras condiciones previas al suministro que elevarán el precio real por barril a unos treinta dólares. Este precio, aplicado a 37 millones de toneladas, da un coste por esta vía de 7.750 millones de dólares. Las compras en el mercado libre se estiman a un coste de cincuenta dólares el barril, aplicado sobre catorce millones de toneladas. El coste de esta partida se sitúa en 4.900 millones de dólares. El precio total se eleva a más de 12.500 millones de dólares.
Consecuencias para la economía
Las consecuencias automáticas para la economía española serán similares a las que sufrirán otras economías de países industrializados dependientes del petróleo.
Los déficit de pagos exteriores volverán a ser crecientes e importantes. Las estimaciones del ministro de Comercio, formuladas hace un mes, sobre el déficit por cuenta corriente para el próximo año, que cifró en 1.500 millones de dólares, y que fueron calificadas de pesimistas, se convierten en optimistas a la vista de la factura petrolífera. Un mayor déficit supondrá una presión de la cotización de la peseta a la baja, con el consiguiente efecto inflacionista a sumar a la presión que el coste de la energía hará sobre el índice de precios. La recesión a nivel mundial y la crisis interior pesarán sobre nuestras posibilidades de crecimiento e introducirán a nuestra economía en una larga fase de problemas.
Quizá el efecto más importante del coste del petróleo sobre la economía será el impacto del nuevo coste energético sobre todo el sistema industrial. Nuestra industrialización, basada en precios baratos de la energía, quedará cuestionada automáticamente más de lo que ya está, y la reconversión que habrá de abordarse tendrá un gran coste político y social. Los sistemas de producción, de transporte y de consumo tendrán que modificarse por la fuerza de los precios y por la imposibilidad de que el presupuesto pueda hacerse cargo de subvenciones a los precios de la energía para los sectores más dependientes de ella.
Estas consideraciones de ámbito político están sobre la mesa del presidente del Gobierno, que ha encargado estudios y propuestas sobre el tema. De cualquier forma, lo que hay que esperar de inmediato es una elevación sustancial de los precios de todas las energías.
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