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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Deporte y política

Diputado del PSUC (PC)La organización del Mundial de Fútbol de 1982 y la discusión en el Congreso de los Diputados de la ley General de Cultura Física y Deportes ha provocado que, una vez más, algunos -yo diría que los de siempre- agitaran con toda su fuerza la bandera de la «pureza» deportiva y de que por nada del mundo se permitiera- mezclar la política con el deporte.

Los partidos políticos, y especialmente los que se definen por las transformaciones profundas de nuestra sociedad en un sentido de progreso, tenemos la obligación de entrar en esta polémica e intentar su clarificación porque, en el fondo, se trata de defender unas posiciones políticas y unos intereses personales muy determinados.

No deja de ser significativo que los que ahora claman por la «pureza» deportiva son los mismos que regían, de una forma u otra, el deporte durante el franquismo; época -que se caracterizó, como ocurre en todos los regímenes autoritarios, en la instrumentalización política del deporte (podríamos citar páginas y páginas de ejemplos) y por la creación de una burocracia dirigente que provenía de los hombres más adictos al régimen. Durante este período no existió ninguna independencia del movinúento deportivo ni ninguna clase de participación de los deportistas en todo lo que les afectaba directamente.

¿Por qué ahora dan tanto escándalo y antes les parecía que todo marchaba bien? ¿Es que el anterior régimen no «se metia» con el deporte? El motivo de todo esto creo que es muy sencillo: se trata de mantener las posiciones de privilegio que,todavía tienen en la jerarquía del deporte en nuestro país. El presidente de una federación española, muy vinculado a una fuerza de extrema derecha, decía, muy indignado, en la Asamblea del Deporte que tuvo lugar hace dos años: «Si los partidos se meten con el deporte, yo me voy. » ¡Claro, se refería a los partidos democráticos y no le gustabaque se metieran en lo que hasta ahora había sido como una finca particular de unos pocos!

Los comunistas -lo hemos dicho repetidamente- estamos por la plena independencia del movimiento deportivo y por desarrollar al máximo el asociacionismo deportivo y su carácter participativo y plenamente democrático.

Desarrollar a fondo estos principios es la mejor forma de impedir que el deporte se convierta en un instrumento político o ideológico del Gobierno o de algún partido o fuerza determinados.

Pero, para asegurar que esto sea así, los partidos tienen la obligación de hacer política deportiva y, explícita o implícitamente, todos la hacen. De la misma forma que se hace una política con respecto a todos los sectores de la sociedad y de la actividad humana en función de los objetivos que cada partido se plantea y que con este compromiso son elegidos por el conjunto de ciudadanos de este país.

Y no se confunda, que aquí está la trampa de los «puristas», la política deportiva con los aspectos estrictamente técnico-deportivos que compete exclusivamente, y no puede ser de otra manera, a los propios deportistas. Sería ridículo pensar que es competencia de los partidos políticos cómo se pueden correr mejor los cien metros lisos o cómo debe jugarse el partido de fútbol del domingo. Por cierto que muchas veces los propios dirigentes de los clubes se meten también en estas cosas, que, desde luego, no les corresponden.

En la ley de Cultura Física y Deportes está muy claro lo que decimos. Se trata de decidir en esta ley, competencia de los órganos legislativos de este país, cosas tan importanites en materia deportiva como si en las escuelas va a darse como materia obligatoria o no la educación física; si las federaciones van a seguir mandando, o no, en el Consejo Superior de Deportes; si el dinero del deporte va a seguir viniendo de las quinielas o del Presupuesto General del Estado; si va a haber una verdadera descentralización y un poder de las autonomías; si van a ser reconocidos los derechos laborales de los deportistas profesionales y técnicos; si van a existir unas reales garantías para las sanciones disciplinarias; si los ayuntamientos van a pintar, o no, en lo que hace referencia al deporte...

Lo mismo ocurre con la organización del Mundial de Fútbol. ¿Es un tema de exclusividad para los «deportistas»? En la organización del Mundial hay qae decidir sobre inversiones, comunicaciones, infraestructura, turismo... Y decidir significa prioridades, y todos sabemos que la organización del Mundial puede hacerse de varias maneras. Y significa invertir un dinero que es gasto público y que, por tanto, exige un control. Y esto es lo que los comunistas hemos pedido: un debate en el Congreso, un control parlamentario, una participación de los ayuntamientos.

Esta es la realidad. No nos engañemos ni confundamos. Los ciudadanos de este país nos han votado para que también hagamos política deportiva, para que cumplamos con nuestros programas. Y la educación física y el deporte es un aspecto muy importante desde el punto de vista cultural, físico, psíquico y formativo de la persona; es un derecho reconocido por la Constitución, que hay que hacer realidad.

Yo lo que haría, en lugar de tanta «pureza» deportiva, sería pedir más responsabilidades a todas las fuerzas políticas, pedir que hicieran más política deportiva y, sobre todo, para el bien del deporte, de los que practican el deporte y de los que querrían hacerlo, que los partidos no dejen la política deportiva en manos de los que la han manejado hasta ahora.

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