_
_
_
_
Entrevista:

"Es inevitable que la peseta termine por vincularse al Sistema Monetario Europeo"

«La vinculación de la peseta al Sistema Monetario Europeo es inevitable a largo plazo y su rápida adhesión de hecho al mismo beneficiaría a la economía española y ayudaría a la consolidación de la democracia en España», opina el profesor Robert Triffin, de la Universidad de Yale, y uno de los monetaristas académicos más importantes del mundo. Nacido en Bélgica hace 68 años, el profesor Triffin enseña actualmente en la Universidad de Lovaina y es miembro del Consejo Asesor de Economía de la revista norteamericana Time. Robert Triffin ha asistido en Madrid a la II II Conferencia sobre Integración y Desarrollo, organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y el Banco Exterior de España. le entrevistó.

Pregunta. Usted ha sido una de las primeras personas que, hace años, levantó la voz de alarma ante el continuo deterioro del espíritu de Bretton Woods. ¿Ha provocado la modificación paulatina de las normas del Fondo Monetario Internacional la crisis financiera que, aparentemente, se padece en los años setenta?Respuesta. Los miembros del FMI no tuvieron éxito en reformar a tiempo las normas que regulaban la organización y adaptarlas a los nuevos tiempos. No obstante, tras mis continuas denuncias, en 1957 y 1959 se iniciaron conversaciones entre los países miembros que, después de diez años, culminaron con algún tipo de consenso. Pero por razones varias, sus soluciones no se convirtieron en normas y, de hecho, a lo que se llegó fue a una forma de actuación actual ¡legal y de facto en el terreno monetario, independientemente de las normas establecidas en Bretton Woods. Después, en Jamaica (197l), tras varios años de ilegalidad, la situación de hecho fue confirmada. Pero todavía sin establecer un sistema puro en esencia. Es decir, se pasó de un sistema fijo de paridades a un sistema de flotación de los tipos de cambio, pero en ambos casos quedando el sistema, antes y después, bajo la intervención dirigida.

Los resultados de este cambio, realizado sin tener en cuenta que el problema principal de que una moneda nacional -el dólar- se había convertido en una reserva internacional, sin posibilidad de convertibilidad, no hay más que verlos. Las reservas internacionales, como consecuencia de la emisión sin control de papel moneda por parte de las autoridades de Washington, se doblaron en sólo tres años (1970-1972), incluso antes del inicio de la crisis del petróleo, y se multiplicaron por cinco en los seis años posteriores. El sistema, pues, de Bretton Woods ya no existía y había sido sustituido por una serie de acciones independientes de cada Gobierno y que, finalmente, fueron ratificadas y legalizadas cuando ya era evidente la inevitabilidad del nuevo sistema.

P. Pero esta ratificación de las actuaciones de facto todavía no ha resuelto básicamente el problema...

R. Evidentemente, no. El mayor problema sigue siendo los aumentos incontrolables de la liquidez internacional que, como ya he dicho en otra ocasión, continúan siendo la causa monetaria de la inflación mundial. Ahora, en la presente situación económica mundial, la mayor preocupación es, desde luego, el alto índice de desempleo. Pero aquí surge el problema, ya que para resolver el problema del desempleo de una forma duradera, no bastan exclusivamente las recetas clásicas. Curar la inflación mundial, por el contrario, debe ser el principal objetivo de los Gobiernos, que solo conseguirán un nivel adecuado de prosperidad y puestos de trabajo sin la anulación de las tensiones inflacionistas. Y para ello, hay que reducir por los medios adecuados la gigantesca cantidad de dólares que circulan libre mente por el euromercado.

P. ¿Usted dice, en resumen, que la causa principal de la inflación mundial es el incremento de la liquidez?

R. Es, digo, una de las causas, quizá la más importante, y, desde luego, la decisiva desde un punto de vista monetario. Pero existen otras de tipo estructural, tales como el enorme incremento de producción y consumo de materias manufacturadas que provocó, desde hace doscientos años, la revolución industrial. Luego está la revolución del mundo de la publicidad, que ha estimulado en consumo por encima de los niveles necesarios. También hay que citar el éxito de las medidas keynesianas para evitar los ciclos bajos de la actividad económica. Y, por último, la absurda carrera armamentista, que ha incrementado la capacidad de destrucción del mundo por encima de unos niveles no conocidos previamente en la Historia.

La gravedad del problema de la inflación es hoy tan obvio que, aunque parezca paradójico, los. líderes económicos del mundo, reunidos en Belgrado, en lugar de ser optimistas como tan habituados están los políticos, levantaron la voz de alarma sobre la grave situación económica que atravesamos. Quizá esto nos haga ser realistas y provoque una reacción a favor de la adopción de políticas que busquen soluciones, algunas de las cuales ya se han puesto en marcha.

P. Si se refiere usted a las políticas restrictivas, ¿no cree que unos tipos de interés excesivamente altos, terminarán por provocar una recesión sin precedentes con graves trastornos sociales?

R. Bueno, en primer lugar, tengo que decir que el nombramiento de Volcker (como presidente de la Reserva Federal norteamericana) ha sido una de las decisiones más acertadas del Gobierno norteamericano. Una de las consecuencias de este nombramiento ha sido la política de altos tipos de interés, que, desde luego, no debe ser la única a seguir. Efectivamente, a mi juicio, el objetivo debe ser el control de la liquidez, del aumento en la creación del dinero. Si para ello hay que aumentar a veces los tipos de interés, pues hay que aceptar dicha política. En cualquier caso, los tipos de interés -por ejemplo, el prime rate en Estados Unidos- no están tan altos, si los comparamos a los índices de inflación en los diversos países. Así, en Estados Unidos, el prime rate va parejo a la inflación. En la RFA, quizá esté un poco más alto, lo cual equivale a decir que el costo del dinero tan sólo está a dos puntos en términos reales.

La cuenta de sustitución no resolverá todos los problemas P. ¿En qué alcance puede resolver el problema del exceso del dinero la creación de la llamada cuenta de sustitución? ¿No cree usted que la retirada de dinero del mercado internacional, que implicará la entrada en vigor de la cuenta de sustitución, perjudicará la capacidad de obtención de créditos y sus expectativas de crecimiento de los países en desarrollo?

R. Respecto a la primera cuestión, hay que señalar que no, que la cuenta de sustitución no resolverá todos los problemas, ya que tenderá a reducir sólo el monto de dólares que existe ya en el mercado. Por eso, la entrada en vigor de la cuenta de sustitución -extremo que no sucederá, por lo menos hasta dentro de seis meses, como mínimo- sólo tendrá éxito si va acompañada de otras medidas que tiendan a controlar la creación de más dinero en el mercado internacional. Respecto a la segunda cuestión, que considero fundamental en el proceso de creación de la cuenta de sustitución, tenemos ya una situación en la que el FM1, por el sistema actual de acumular reservas en las monedas fuertes, apenas dedica un 3% de sus recursos a ayuda al desarrollo, mientras que el resto va siempre a parar a manos de los países emisores de dichas monedas. Esta situación hay que cambiarla, pese a la oposición de algunos países. Existe ya el principio de que las naciones desarrolladas deberían contribuir, por lo menos con el 1 % de su PNB, al proceso de desarrollo de los países del Tercer Mundo. Para ello es fundamental que en las vías que se estudian para la acumulación de reservas en manos del FM1 -entre ellas, la cuenta de sustitución- se conceda una prioridad total al hecho de que aquellas reservas se destinen a financiar el desarrollo, bien a través del propio FMI o por medio del Banco Mundial.La creación del SME forzó a EEUU a aceptar la reforma

P. Usted es un infatigable defensor del Sistema Monetario Europeo y de su nueva moneda, la unidad de cuenta europea (ECU). ¿No le parece que al regionalizar los entendimientos financieros entre grupos de países se están levantando obstáculos a las soluciones globales necesarias.

R. Aquí hay dos cosas que diferenciar. Primera: en primer lugar, el SME ha forzado a Estados Unidos a fijar su posición respecto a la reforma monetaria y a aceptar sus principios. Este hecho, positivo de por sí, ha favorecido la reforma a largo plazo del FMI, que previamente había resultado imposible sin la colaboración de Estados Unidos. En cuanto al segundo aspecto, creo que están equivocados aquellos que ven la regionalización de los sistemas monetarios como una alternativa al FMI. Cuando Yo creé, en 1959, el sistema de pagos europeos hubo mucha gente que pensó y dijo que era un medio competitivo del FMI. Precisamente es todo lo contrario, ya que la flexibilización de los sistemas monetarios regionales favorece el entendimiento global y permite un mayor crecimiento de la colaboración financiera y comercial a nivel mundial.

Claro que también hay que reconocer que la creación de un sistema financiero mundial fuerte cuenta con la oposición de muchos países que se niegan a aceptar que el FMI, en su misión de vigilancia de las políticas económicas particulares, se inmiscuya en sus asuntos internos

P. A este respecto, ¿qué opinión le merece la propuesta de Miller, secretario norteamericano del Tesoro, para precisamente conceder al FMI una mayor autoridad sobre las políticas económicas de los países miembros?

R. A mí me parece indispensable que el Fondo Monetario tenga la suficiente autoridad a largo plazo para realizar funciones incluso parecidas a las de los bancos centrales. Claro que es dificil, por no decir imposible, que el FMI pueda controlar la circulación monetaria y la emisión de monedas nacionales como lo hacen los bancos centrales. Usted, obviamente, no puede venir y decir: «Hay que enviar los marines a Brasil para que abandone su política inflacionista.» Lo que quiero señalar es que, aunque es necesaria una autoridad central, es imposible, hoy por hoy, imponer políticas económicas, por muy buenas que sean a nivel internacional.

P. ¿Hasta qué punto el SME puede llegar a ser un sistema plenamente europeo? Y, en su opinión, ¿cree que beneficiaría a España y a la peseta adherirse de hecho al SME?

R. No hay duda de que la unión de la peseta al SME beneficiaría a España. Yo creo además que es inevitable. Es también importante, tanto por razones políticas como económicas, consolidar la democracia en España y, desde luego, la unión a Europa en todos los sentidos traería consecuencias beneficiosas para la economía española, su comercio con la CEE y sus relaciones financieras. Existe además la razón de los hechos. España destina un amplio porcentaje de sus exportaciones a Europa, a la vez que los países de la CEE tienen en este país un cliente importante. El entendimiento, en este sentido, por medio del SME y su moneda, el ECU, redundaría en beneficio de ambas partes.

P. ¿Llegará a ser algún día el ECU una moneda de reserva? R. El ECU no debe llegar a ser una moneda de reserva mundial, que debe buscarse en otra unidad de cuenta; quizá los derechos especiales de giro.

P. ¿Y como medio de pago del petróleo?

R. En este aspecto tenemos el problema del dólar como moneda internacional y como unidad de pago del petróleo. Aquí sí que padecemos la suerte del dólar. Así, cuando el dólar se mantiene, existe una cierta estabilidad en los precios del crudo; pero cuando está bajo, los países de la OPEP incrementan el precio. Pero como el dólar varía según sea el ,déficit norteamericano, no hay más remedio que buscar soluciones para la financiación de ese déficit. Estas soluciones no deben partir de la emisión de más dólares (caso paradójico el de Estados Unidos, que paga sus deudas con más papel), sino con remedios eficaces, como la cuenta de sustitución o los acuerdos internacionales (setelments assets).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_