Razones de la falta de reacción bursátil
Cronista financiero
En frase de Wall Street, «en Bolsa no hay valores caros ni baratos; sólo hay valores que suben y valores que bajan». En frases nuestras, prodigadas mucho en los comentarios habituales, avaladas por la experiencia de casi cuarenta años de intensa vida financiera-bursátil, «en Bolsa puede ocurrir todo, al alza y a la baja». Otra que puede servir a los operadores a corto: «El arte de la Bolsa está en vender siempre más caro.» Pura perogrullada, pero estas cosas son así.La baja actual de la Bolsa española iniciada tras alcanzar la punta máxima de los años gloriosos, el 24 de abril de 1974, ha hecho gastar demasiada tinta y causado muchas decepciones y bastantes ruinas. Pero las Bolsas son igual en todas partes, aunque en España, como somos diferentes en todo, las caídas han sido estrepitosas.
Todavía recordamos valores, como Explosivos, cotizando a 630% (en 1956), y ahora lo vemos a 40% ó 33%; Altos Hornos, a 525% (en 1957); Telefónica, bordeando el 50051 (1973); Iberduero, a 469% '(1965), Hidroeléctrica Española, a 460% (1957); Dragados, a 1.550% (1974); Olarra, a 1.600% (1974); Banco Central, a 1.750% (1969); Banesto, a 1.549% (1965), etcétera. Son, unos cuantos ejemplos de muestra. Dejamos a un lado valores menos difundidos o de menor categoría, que pasaron a mejor vida después de cotizar a 200% ó 300%, y otros que han perdido el 95% de los precios máximos alcanzados. Y no hablemos de determinadas sociedades de cartera creadas al principio de los años 70, en el último boom bursátil, y que hoy prácticamente han desaparecido de la contratación.
Es evidente que las ampliaciones de capital rebajaron algo las cotizaciones máximas citadas; pero, aún así, las pérdidas de los inversores que pagaron los cambios altos. han sido fenomenales. Lo que se trata de ver ahora son los motivos que pudieron influir en tan desastrosos resultados, e incluso en la atonía actual de la Bolsa a unas cotizaciones ya tan rebajadas. En los cinco años y medio que llevamos de baja no han faltado declaraciones de personas responsables -a veces, hasta oficiales- invitando a la inversión «por estar tocando ya el. fondo de la baja», se decía en la propaganda.
Desde entonces -tres o cuatro años atrás- hay valores que han perdido un 50 %, 70 % ó 90 %, con lo cual tales recomendaciones periódicas han hecho perder credibilidad en quienes las lanzaron. Consecuencia: a los verdaderos inversores -no hablamos de especulación, que es un arte más dificil que entraron en Bolsa pensando que comprando acciones a cualquier precio se cubrían contra la inflación -la peste del siglo- será difícil convencerles de nuevo y atraerles otra vez hacia la Bolsa, por grande que sea el gusanillo de intentar ganar dinero.
¿Y las nuevas generaciones que incluso han oído campanas y desearían probar fortuna? Estas, en principio, puede ser que con tales precedentes se inclinarán más por el consumo. Ahorran, en todo caso, para gastar luego de golpe en algo de disfrute inmediato. Acaso una mínima parte se decidirán a colocar su dinero lo más seguro posible, con alta rentabilidad de acuerdo con los tiempos, sin apuntar tanto a las plusvalías rápidas. El peligro puede estar en que el ahorro -y la inversión-, algún día, nos sea impuesto desde arriba.
Pero. veamos ya los factores que tanto técnicamente como psicológicamente vienen influyendo en esta larga baja de la Bolsa:
a) Exceso de triunfalismo anterior.
b) Dinero caro y restringido.
c) Cambio político y avances sociales.
d) Valorar más la rentabilidad por dividendos.
e) Crisis económica y menores beneficios.
f) Falta de estímulos fiscales; tendencia al consumismo.Exceso de triunfalismo anterior
Era evidente el peligro que su ponía invertir en acciones que cotizaban treinta, cincuenta o más veces el beneficio (relación llamada PER), por grande que fuera la fe en la prosperidad económica del período 1967-1973. Al calcular la rentabilidad o rendimiento de la inversión se valoraban más las ampliaciones de capital que el dividendo. Y las ampliaciones se acogían con gran euforia, verdadero motor de unas alzas espectaculares. Al considerar la venta de los derechos de suscripción como renta, el castillo se derrumbaba desde el momento en que, por las razones que fuera, cambiase el ciclo o que las ampliaciones no se acogiesen ya tan rumbosamente en la Bolsa. Hemos visto al principio las cotizaciones que alcanzaron algunos valores. Los técnicos y expertos más ponderados pensaban que un día u otro «más grande había de ser la caída». Ahora bien, esta caída ha sido mucho más profunda e intensa de lo que podían esperar -o calcular- los más pesimistas.
En la lucha mantenida por el Gobierno para frenar o controlar la inflación, el dinero ha ido encareciéndose considerablemente. En las emisiones del Estado, del 5% ó 6% se ha pasado en pocos años al 10,25% 6 10,62% neto, con el consiguiente tiro hacia arriba del coste del crédito. Si antes las empresas cubrían parte de su financiación a base de un dinero que costaba entre el 8% y el 10%, ahora este costo viene a ser aproximadamente el doble. Además, crédito más restringido, con lo que a muchas empresas se les ha creado serios problemas de tesorería. Aparte de verse precisados a recortar sus planes de expansión, con. el consiguiente aumento del paro.
Las dificultades de tesorería y el encarecimiento de las cargas financieras ha llevado a no pocas sociedades a situaciones límite. Se han producido numerosas suspensiones de pagos, otras sociedades las van soslayando a base de créditos de auxilio para salvar la parte laboral, y algunas de campanillas rozan la suspensión. En multitud de casos las empresas se han visto obligadas a enajenar su cartera de valores, para hacer frente a necesidades de tesorería, o salvar una nómina. Es papel que en ocasiones ha presionado en la Bolsa, sobre todo cuando las cotizaciones eran algo mejores.
Buscar más rentabilidad
Consecuencia del encarecimiento del dinero, particulares e instituciones van exigiendo una mayor rentabilidad en sus inversiones. Las instituciones han tenido ocasión de colocar tesorería en bonos del Tesoro, incluso hasta el 18 % neto a noventa días. Unos y otros pueden colocarla hoy, entre el 12% y 13,50% neto en emisiones de renta fija o en imposiciones. Es lógico que en unos tiempos de incertidumbres y de crisis económica interior y exterior, con una inflación pongamos del 16,50%, los tenedores de dinero, para invertir, se inclinen por estos títulos o imposiciones de renta fija seguras, sin sobresaltos, siempre que cuenten con una buena liquidez y un plazo relativamente corto de amortización.
Es normal que en unos tiempos de crisis en los negocios, por las causas que:sean, el inversor en acciones (renta vañable) exija a éstas, cuando menos, un 2% ó 3% más de rentabilidad que la renta fija más segura y garantizada, que compense unos mayores riesgos. En años de prosperidad y de crecimiento de las empresas, la situación es completamente distinta.
Con todo esto llegamos a que, salvo excepciones que nunca suelen faltar, debido a las mayores cargas financieras, la competencia, unos salarios altos, etcétera, las sociedades han reducido sus beneficios netos por acción. La crisis económica mundial, que tiene como principal culpable los enormes aumentos escalonados de los crudos de petróleo, ha ido agravando considerablemente la situación.
Aparte están los aspectos puramente psicológicos, que en cuestiones bursátiles tienen suma importancia.Fiscalmente tampoco hay estímulos para ahorrar e invertir. Al contrario; el trato fiscal más favorable que se da a la renta fija en el impuesto sobre la renta de personas físicas, cuya desgravación pasara, en f9180, del 15% al 20% o 22% en títulos oficiales o serniestatales, no deja de ser un mazazo más, dado al mercado de acciones. Por tanto, sin mayores estímulos no es extraño que, con las tasas de inflación actuales, la gente tienda más hacia el consumo que al ahorro y a la inversión. Independientemente de que hay clases sociales que con una vida cada vez más cara tampoco tienen ya capacidad para ahorrar.Como final, para nosotros, estas son algunas de las causas de la crisis bursátil. Y no lo olviden: la experiencia de cuarenta años nos demuestra que en la Bolsa puede ocurrir todo en el tiempo, al alza y a la baja, habiendo presenciado en este período, cuando menos, cinco largos ciclos alcistas y otros tantos bajistas. Además no hay nada que cambie tanto sus humores -a veces sólo en horas o minutos- como la Bolsa. Aquí no valen literaturas. Es dinero el que se juega; con eso está dicho todo.
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