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Un servicio de inteligencia extranjero logro evitar un atentado contra el Rey y Suárez

La información obtenida a través de un servicio de inteligencia extranjero contribuyó, al menos parcialmente, a que se frustrara en 1977 un intento de atentado terrorista con explosivos contra el rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, según un artículo aparecido ayer en el diario norteamericano The New York Times.Firmado por Constantine Menges, autor de un reciente libro sobre la transición democrática en España, el artículo resalta la necesidad de la cooperación de los regímenes democráticos contra el terrorismo y sostiene que los cambios pacíficos registrados en España y Portugal desde regímenes autoritarios a otros democráticos pueden servir de modelo válido para llevar a cabo transformaciones análogas en América Latina.

La alusión al atentado frustrado contra los jefes de Estado y de Gobierno españoles se hace de pasada en el artículo, para poner un ejemplo de la cooperación entre Gobiernos democráticos, que puede contribuir a reducir «la eficacia de las redes terroristas de derecha y de izquierda que operan con sustancial ayuda internacional».

El articulista no cita ni el lugar previsto para el atentado ni el servicio de inteligencia extranjero que facilitó información al respecto, aunque sobre la colocación de explosivos en Mallorca se publicaron informaciones en la prensa española en el verano de 1977, cuando el rey Juan Carlos y el señor Suárez pasaban allí sus vacaciones estivales.

España desea compartir su reciente experiencia, señala Constantine Menges, y el rey Juan Carlos y el presidente Suárez han visitado varios países de América del Sur. El autor cita acto seguido una serie de «lecciones específicas» que los gobernantes españoles pueden comentar a los países latinoamericanos interesados en este tipo de transición.

En primer lugar, España tuvo éxito porque el régimen posfranquista hizo un compromiso inequívoco de marchar hacia una democracia genuina. Pasa a página 11

Abortado un atentado contra el Rey y Suárez

(Viene de primera página)

Además, el Gobierno supo distinguir entre los grupos de oposición que usan medios legítimos de expresar sus puntos de vista y de movilizar en su apoyo, de aquellos otros en ambos extremos del espectro político que fomentan el uso de la violencia.

«A pesar de centenares de asesinatos políticos, dirigidos principalmente contra el Ejército y la policía durante y después de la transición a las elecciones libres, España actuó vigorosa, pero responsablemente contra el terrorismo», indica el artículo del Times. En tercer lugar, los partidos políticos y los sindicatos actuaron con moderación, realismo y voluntad de mirar hacia el futuro más bien que de revivir el pasado. Hubo un acuerdo tácito de que no debían ejercerse represalias por las décadas de dictadura, ni incluso excesiva discusión pública de las injusticias cometidas.

Menges señala que aunque esto pueda ofender al sentido de justicia absoluta, los dirigentes de la policía autoritaria, la seguridad interior y las organizaciones militares no hubieran permitido nunca una liberalización si hubieran sentido que se les llevaría ante un tribunal. Esta política de evitar represalias, añade el autor, sería especialmente importante en países como Argentina, Chile y en Centroamérica, donde la brutalidad ha sido evidente.

Por último, el caso de España ilustra el valor de dos tipos de apoyo por parte de otros regímenes democráticos. En primer lugar, respaldo público de los grupos, especialmente partidos políticos, que pueden compartir su experiencia política. Pero menos difundida y más necesitada está otro tipo de ayuda, la cooperación entre Gobiernos democráticos contra el terrorismo. Y el autor cita entonces el atentado frustrado contra el Rey y Suárez.

Tras mostrarse optimista sobre las tendencias democráticas que se registran en la República Dominicana, Ecuador y Bolivia, y señalar que los Gobiernos elegidos democráticamente en América Latina representan ahora a sesenta millones de los 340 que habitan el continente, Constantine Menges concluye afirmando que «la nueva España y las otras democracias proporcionan una visión que puede alcanzarse en los próximos años en muchas naciones latinoamericanas».

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