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Simenon le escribe al comisario Maigret

«Seguramente se sorprenderá de recibir mi carta», le dice Simenon a su personaje, «si se tiene en cuen a que nos separamos hace casi años. Este año se cumple el cincuenta aniversario del día en que nos conocimos. Usted tenía alrededor de 45 años. Yo tenía veinticinco. Pero usted tuvo la suerte de vivir después un cierto número de años sin envejecer. Fue sólo al término de nuestras aventuras y de nuestros encuentros cuando usted llegó a la edad de 53 años. El límite de edad, en aquella época, era para los comisarios como usted, e¡ de 55 años. ¿Qué edad tiene usted en la actualidad?»Obsesionado con la edad, Georges Simenon sigue intrigado ante la actualidad de su antiguo y entrañable personaje: «Yo he envejecido mucho más rápidamente que usted, como ocurre con todos los mortales, y he sobrepasado ampliamente los 76 años.» Los ha superado, en realidad, en tres simples unidades: se ignora por qué Simenon oculta el dato. «Tampoco sé si usted habita todavía en la pequeña casa de campo de Mengsur-Loire y si se dedica todavía a la pesca en solitario; si sigue usando su gran sombrero de paja; si la señora Maigret juega aún con usted a las cartas en un café de la ciudad, como yo mismo hacía. »

Georges Simenon se imagina al comisario Maigret degustando su Calvados, mientras él mismo fuma su inseparable pipa. «Ahora estamos los dos jubilados. Le deseo que saboree, lo mismo que yo, las pequeñas alegrías de la vida, disfrutando del aire desde el comienzo del día. »

No falta la referencia gastronómica en esta sabrosa carta de aniversario. «Dígale» (a la señora Maigret) «que gracias a un cierto señor Courtine, que bien podría merecer el título de rey de los gastrónomos, sus recetas de cocina han dado la vuelta al mundo y que, por ejemplo, los gourmets de Japón o de América del Sur suelen rociar sus coq au vin (gallo al vino) con unas gotitas de alcohol de ciruelas de Alsacia.»

Al término de su carta, Georges Simenon vuelve a los orígenes de su personaje y lo sitúa en el lugar de su nacimiento literario. «En cuanto a vuestros sucesores en el Quai des Orfevres, muchos de ellos adoptaron ya sus ademanes y costumbres, y algunos, ya jubilados, llegaron a escribir sus memorias añadiendo a su apellido alias comisario Maigret.» Finalmente, Simenon le da noticia a Maigret sobre alguna de las versiones que de sus historias circulan. La mujer del comisario, por ejemplo, es en una de ellas «una encantadora japonesita, mientras que un japonés hace el papel de usted».

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